El pintor inspirado en la calle
Ignacio Frías /Jaén
Ha pintado tantas veces a la Catedral de Jaén que se la conoce de memoria, piedra a piedra, y la puede pintar con todo lujo de detalles con solo cerrar los ojos. Por citar una anécdota, en diferentes países del mundo existen 'catedrales' de Jaén pintadas por Melchor Mesa, el último bohemio de los pintores de calle. Las hay en Canadá, Francia, India y hasta en el mismísimo Vaticano.

Ha pintado tantas veces a la Catedral de Jaén que se la conoce de memoria, piedra a piedra, y la puede pintar con todo lujo de detalles con solo cerrar los ojos. Por citar una anécdota, en diferentes países del mundo existen 'catedrales' de Jaén pintadas por Melchor Mesa, el último bohemio de los pintores de calle. Las hay en Canadá, Francia, India y hasta en el mismísimo Vaticano.
La Catedral de Jaén es uno de los muchos motivos de la capital que Melchor Mesa ha pintado hasta la saciedad, porque si hay algo que lo inspire y motive, es su tierra. Eso lo convierte en el mejor embajador involuntario de la Catedral de Jaén. Melchor Mesa es un pintor todo terreno, ya que es la única profesión a la que dedica su cuerpo y alma, y cualquier rincón de Jaén y del paisaje del extra radio, lo ha pintado decenas o cientos de veces.
Pero el asunto que nos ocupa no es ese, sino saber qué ha sido de él desde que, en marzo de 2009, captase la atención de los transeúntes de la calle Millán de Priego. Los viandantes veían sorprendidos, con asombro e, incluso, admiración, cómo en uno de los escaparates de una tienda de marcos, Molduras Caballero, un pintor formaba parte del paisaje visual y se desenvolvía con soltura en el pequeño espacio con sus pinceles, su caballete, su paleta y sus tubos de óleo, dando cauce a su creatividad. En este caso, continente y contenido, formaban parte del espectáculo y del proceso creativo.
Melchor Mesa participaba así en una original forma de hacer frente a la crisis económica, de animar a la clientela y, por ende, las ventas de marcos y de cuadros. Hacía lo que mejor sabe hacer que es pintar, una profesión que practica desde niño. “Cuando yo tenía nueve o diez años, el pintor Francisco Cerezo vio unos dibujos míos y me dijo que yo era un diamante en bruto, pero que tenía muchas facultades para ser un buen pintor”, recuerda Melchor Mesa. Su formación fue autodidacta, y sus conocimientos en las técnicas pictóricas crecieron a medida que cumplía años. Su producción se centró en la pintura industrial. Pintaba cuadros como rosquillas que la tienda de marcos en la que trabajaba vendía a la industria del mueble. Asegura que, cuando tenía 19 años, llegó a pintar “doscientos cuadros, de formato mediano, en un solo día”. Toda una proeza. Pero no se trataba de hacer churros, ya que él, cuando se para a hacer cosas serias sabe hacerlas, ya que, con tanto oficio, conoce los secretos de la pintura.
Lo del escaparate duró en torno a un año, tras el cual, Melchor Mesa volvió a sus rutinas, siempre intentando sobrevivir de la pintura, atendiendo a encargos o pintando lo que considera oportuno en cada momento, generalmente en estilo impresionista, pero con cualquier otra tendencia como el abstracto o el realismo, consigue efectos impresionantes. Una vez dejó la experiencia del escaparate de Millán de Priego, “instaló su estudio” en el bar London del Bulevar de Jaén, en la calle Extremadura, próxima a Renfe. Allí, en la acera, despliega su caballete y pinta cada día, y allí también atiende a encargos de las personas que ven lo que hace y lo admiran por ello. Dentro del bar, se exhiben algunas obras de Melchor Mesa, dibujos hechos a bolígrafo y cuadros al óleo. Como bohemio que es, en ocasiones, tiene por techo a las estrellas del firmamento.
Vídeo grabado el 11 de agosto de 2009
El pintor pinta el ferial de Jaén