"El periodismo deportivo no es más forofo que el político"
Se es periodista desde el preciso momento en que uno piensa o desea ser periodista. El que entiende esto tiene mucho camino andado. Se evita el preámbulo estéril de las teorías y busca el equilibrio inestable y el vértigo de la faena, desde el primer día. Damián no tardó demasiado en darse cuenta de que, por el camino del jugador de fútbol, iría a alguna parte, pero que ser periodista lo llevaría a ese espacio único donde solo se llega si uno tiene el corazón, literalmente, cosido a la vocación y al trabajo. Jaén, Guarromán y Madrid son los espacios humanos en los que amasó su forma de ver la vida, de construir su ciudad interior y donde armó el andamio sobre el que ha descubierto los recodos del alma humana. Nada como el periodismo, si uno sabe mirarlo y respetarlo, para saber cómo es el ser humano llevado al límite. Una lección que no tiene precio. El Sur, del que procede, le ha dado la capacidad de inventar, de crear y el repente para controlar balones que vienen botando, sin avisar y con muy mala intención. Madrid lo puso en el camino y lo acercó a los lugares donde podía demostrar que su condición profesional era la de un políglota: prensa, radio, televisión. Periodista poliédrico, maneja las aristas, como el lenguaje, para hacer una información exacta, no hiriente. Equilibrio al alcance de pocos.
—¿Qué opinión tiene del periodismo deportivo de militancia?
—A mí me ha costado mucho entender esto. Quizá porque soy un poco pureta. Sin embargo es una realidad, es el que existe. De todas formas, a fuerza de ser justos, esto no solo ocurre en el deporte, no solo ocurre en el fútbol. Veo periódicos, no deportivos, que son claramente de izquierdas o claramente de derechas. ¿Son “hooligan”? Posiblemente sí. Compramos El País, La Razón o el ABC sabiendo lo que compramos. Centrar el periodismo de militancia solo en el deporte es injusto. No me considero parte de este periodismo, pero he terminado entendiendo qué es lo que se lleva. Lo percibí claramente siendo corresponsal del Mundo Deportivo. Fue la prensa catalana la que empezó a ir por ese camino. Luego lo vi cuando me llamaban compañeros de alguna radio local y me decían: “Vamos con cuatro lesionados”. Está claro que parecía que hablaban como parte de algo, del equipo de casa. Yo me considero un periodista subjetivamente objetivo, lo cual, probablemente, no deja de ser una barbaridad. Lo cierto, lo miremos como lo miremos, es que esto es así y hemos ido a esto porque esto es lo que se demanda. Los programas de radio, las tertulias de televisión, en todas partes rige el mismo criterio. Te puede gustar más o te puede gustar menos, pero es incontestable.
—A mí me ha costado mucho entender esto. Quizá porque soy un poco pureta. Sin embargo es una realidad, es el que existe. De todas formas, a fuerza de ser justos, esto no solo ocurre en el deporte, no solo ocurre en el fútbol. Veo periódicos, no deportivos, que son claramente de izquierdas o claramente de derechas. ¿Son “hooligan”? Posiblemente sí. Compramos El País, La Razón o el ABC sabiendo lo que compramos. Centrar el periodismo de militancia solo en el deporte es injusto. No me considero parte de este periodismo, pero he terminado entendiendo qué es lo que se lleva. Lo percibí claramente siendo corresponsal del Mundo Deportivo. Fue la prensa catalana la que empezó a ir por ese camino. Luego lo vi cuando me llamaban compañeros de alguna radio local y me decían: “Vamos con cuatro lesionados”. Está claro que parecía que hablaban como parte de algo, del equipo de casa. Yo me considero un periodista subjetivamente objetivo, lo cual, probablemente, no deja de ser una barbaridad. Lo cierto, lo miremos como lo miremos, es que esto es así y hemos ido a esto porque esto es lo que se demanda. Los programas de radio, las tertulias de televisión, en todas partes rige el mismo criterio. Te puede gustar más o te puede gustar menos, pero es incontestable.
—¿Cómo se intuyen las grandes revoluciones en los medios? ¿Cómo fue la del Larguero?
—Tener éxito en una radio o en otro medio se puede conseguir, pero lo que determina y marca el cambio es la capacidad de innovar. José Ramón innovó, cambió la forma de comunicar, marcó un estilo, le quitó drama a la información deportiva y consiguió enganchar a un público muy joven que le fue fiel y que, con el tiempo, le dio el liderazgo. La originalidad tiene premio. Estoy en una foto histórica en la que 25 años después se desbanca a José María García. Fue una etapa apasionante.
—¿Es lo mismo que Pedrerol hizo con Punto Pelota y ahora con el programa Chiringuito?
—Son dos fenómenos muy parecidos. Pedrerol ha sabido encontrar algo distinto. Josep es un animal televisivo. Muy exigente, tremendamente trabajador y capaz de poner en valor una forma diferente de contar el deporte y la información deportiva. Su gran éxito es la originalidad, otra vez la innovación, el cambio radical de modelo. Era arriesgado y acertó de pleno. Al final ha llevado al éxito un formato muy suyo, muy personal que algunos han querido copiar pero eso no es posible. Es un programa que no se puede clonar, porque es de autor. Antes Punto Pelota, como ahora El Chiringuito, como en la radio El Larguero, han significado cambios profundos llevados a la practica con eficacia y con una carga, de cambio que seduce, en la que fundamentan su éxito. Lo importante de este programa no es que esté ahora, es que llevamos ya siete años con un nivel de liderazgo tremendo. Eso es brutal y más con las convulsiones que hemos vivido y pese a las cuales ahora, El Chiringuito es la referencia de la televisión deportiva. Creo que más que un éxito televisivo es una especie de boom social. La gente disfruta del espectáculo y valora la información.
—¿Qué les diría a los jóvenes que ahora mismo estudian en la Facultad de Periodismo?
—Les diría que corren malos tiempos para la lírica y que corren malos tiempos para veteranos y noveles. La prensa de papel está en una crisis evidente, la radio tiene que buscar formas de reinventarse para evitar que los tiempos se la lleven por delante y la televisión es muy traidora. En televisión se vive a diario una ansiedad terrible por el tema de las audiencias. El periodismo está complicado pero, esto está muy claro, lo mismo que el resto de sectores. Todos los gremios lo están pasando mal, la sociedad lo está pasando mal y nosotros, los periodistas, también. En los últimos años han desaparecido más de doce mil puestos de trabajo en nuestra profesión. Esta es una realidad muy dolorosa, pero que está ahí.
—¿El paso de Mourinho por el Real Madrid ha tenido mucho de leyenda o ha sido, realmente, como lo del caballo de Atila para el fútbol y el periodismo deportivo?
—Ha sido tremendo pero, antes de ir a otros detalles, déjame que te lo hile con la importancia de la libertad de expresión para los periodistas. Todos sabemos que hay unas limitaciones no expresas pero que conocemos a partir del medio para el que trabajamos. Si trabajo en El País sé dónde trabajo, si trabajo en La Gaceta lo tengo claro también. Digo esto porque llevo diez años trabajando con Pedrerol y nuestras diferencias a propósito de Mou han sido fuertes y nada fingidas. Sin embargo pude mantener siempre mi independencia de criterio. Dicho esto, Mourinho para mí era un gamberro. Ha hecho alguna cosa buena como meterle un poco de intensidad al equipo pero al final el Real Madrid ha ganado la Décima con Ancelotti, el tipo de entrenador con el que han ganado siempre las Copas de Europa: Del Bosque, Jupp Heynckes, Guus Hiddink y Miguel Muñoz. Si analizas sus tres años en el Real Madrid te das cuenta que, para lo que ha tenido en el campo, ha ganado bastante poco. Yo lo he definido, no siendo mal entrenador, como un auténtico pisa charcos. Esta última faceta ha superado a la de entrenador.
—¿Cómo valora el fenómeno del Atlético de Madrid?
—Mi abuela Dolores, allí en Guarromán, me dijo una vez: “No hay nadie imprescindible, ni siquiera yo. Aplícate eso”. Lo que yo digo, corrigiendo un poco a mi abuela, es que no hay nadie imprescindible, pero unos menos que otros. Yo creo que el Atleti es Simeone. Desde Di Stéfano no he visto a nadie con tanta influencia en un club. Ha hecho un equipo a su imagen y semejanza, ha ganado cinco títulos en menos de tres años. Es un equipo hecho por él para él, con lo que quiere y con lo que necesita. Por cierto que, en sus recientes actuaciones, no me está gustado el Cholo. No hablo de fútbol ni de su gran trabajo desde el banquillo, me refiero a las patochadas que está haciendo últimamente. El otro día en el programa dije que lo que no puede hacer Simeone es mirarse al espejo y clonar lo peor de Mourinho.
—¿Qué le ha parecido a usted lo del Real Murcia y la LFP?
—Javier Tebas es un personaje muy peculiar. Inteligente, listo, controvertido y polémico. Se ha generado muchos apoyos pero se ha creado muchos enemigos. Me gusta lo que está haciendo en materia de reducción de deuda de los clubes con hacienda, no me gusta el manejo de los horarios y en lo del Murcia, cuando hay enemistades manifiestas, se rozan terrenos peligrosos y poco recomendables.
—¿Qué tiene el fútbol para ejercer la atracción que ejerce?
—Te voy a dejar una frase que uso a menudo para responder o hablar de este tema. La frase es de Bill Shankly: “Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso”.