El pequeño David contra Goliat

Ni tuyo, ni mío, ni todo lo contrario. Los 800 vecinos de Campillo del Río llevan más de diez años entrenando para echar el pulso más importante de su vida. Frente a ellos, dos mastodontes que juegan al gato y al ratón. Dos administraciones que no logran ponerse de acuerdo. Su enfrentamiento les debilita, todo lo contrario que a la legión de campilleros que llevan cerca de un mes encerrados. Se hacen fuertes conforme más trabas les ponen. Son el vivo ejemplo de la unión y de la fuerza del pueblo frente a los políticos. La esencia del lema “si se quiere, se puede”. Porque, independientemente de cómo acabe su historia, habrán dado un ejemplo de convivencia, de tesón y de valentía. Muy convencidos deben de estar, digo yo, sobre la imperiosa necesidad de tener un puente nuevo cuando no dudan, ni por un segundo, en poner encima del tablero de juego la educación de sus propios hijos. Y mientras tanto, dos Goliat que echan balones fuera, incapaces de dar un paso valiente hacia delante y de acometer las obras antes de que el agua sea la que gane el pulso.

    09 oct 2015 / 11:28 H.