10 mar 2013 / 09:53 H.
Desde el anuncio de extinción de la planta de la multinacional de Eldon en Martos, la posición de la empresa no ofrecía lugar a dudas de cuál sería el final de la lucha emprendida por los trabajadores. A pesar de la defensa de sus puestos laborales durante todos estos años, primero con su entrega y luego, cuando la crisis comenzó a afectar a los pedidos, con reducción de sueldos y la inclusión en un expedientes de regulación de empleo, no han podido frenar el cierre de la planta marteña. Finalmente, un preacuerdo sobre la mejora de las indemnizaciones y los plazos de cobro es la pírrica victoria arrancada a los responsables de la empresa. De los 74 puestos afectados por el ERE extintivo planteados al comienzo de las negociaciones, finalmente serán 71, porque uno de los empleados se jubilará, otro se irá a Zaragoza y uno se mantendrá en las instalaciones de Martos. El jueves, en una votación nada deseada, la plantilla votó y 57 dieron su sí a la oferta, 12 dijeron que no y 3 votaron en blanco. Es una de las últimas secuencias de un final esperado desde que, hace años, la multinacional comenzara a construir una nueva factoría en Rumanía y el local de Martos dejara de tener tanta carga de trabajo. La deslocalización de las empresas no necesita ya trasladarse a otros continentes, ya que dentro de la propia Unión Europea los bajos salarios de algunos países permiten llevar la producción para abaratar costes. Atrás quedan el compromiso laboral, el aprendizaje y la especialización de unos empleados que, después de dos y tres decádas de trabajo, en algunos casos, tendrán que probar “suerte” en un mercado español en caída libre. Los de mayor edad se quedan en un limbo laboral más complicado si cabe. Quizá con sus conocimientos y algo de aliento público pudieran trabajar unidos en cooperativa para poder asegurarse un salario en tiempos difíciles.