El peaje de lo políticamente correcto

Juan Molina Prieto /Desde Jaén. Confiábamos en que el Partido Popular cumpliera el compromiso electoral de derogar la polémica asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, contra la que tanto hemos peleado en todos los ámbitos.

    19 jun 2012 / 11:00 H.

    Pero ahora resulta que la propuesta de Decreto Ley presentada por el Ministerio a la Conferencia sectorial de Educación, viene a ser “más de lo mismo”, porque aunque ciertamente elimina algunos elementos ideológicos, introduce otros de diferente signo, por lo que mantiene una estructura básicamente moralizante, y sigue sin respetar el derecho de los padres a elegir la libre educación moral de sus hijos ¡Cuándo entenderán que no queremos una moral del Estado! ¿Saben por qué ocurre esto? Pues sencillamente porque el “laicismo radical” —es decir, el ateísmo práctico cambiado de nombre— ha conseguido una vez más en la historia situarse en los puntos clave de la organización social y política y desde allí imponen, con la habilidad que siempre ha caracterizado al mal, la manipuladora idea de que defender por ejemplo la vida; el matrimonio natural y la familia; la libertad religiosa o el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones morales, por poner algunos ejemplos, son imposiciones morales de la Iglesia Católica y por tanto, “políticamente incorrectas”. Falso de toda falsedad, porque son exigencias de razón, de pura ley natural que cualquier persona honrada las entiende y las acepta porque las lleva grabadas en lo más hondo de su ser desde que el hombre es hombre. Luego es normal que la Iglesia Católica esté conforme porque respeta la razón de ser de los derechos humanos: la dignidad del hombre creado por Dios a su imagen y semejanza. Aún así, estos nuevos “laicistas radicales” vienen a decir que la Iglesia no puede imponer sus criterios morales, pero la realidad es que no los impone, “simplemente los expone”. Quien sí los impone de manera aplastante son ellos desde la Ley positiva que manejan a su antojo. Es decir, se quejan de que un cristiano pueda defender esos valores morales y esas formas de vida, pero ellos, desde “su no-religión” —se declaran ateos o agnósticos y creen no creer en nada— pero se sienten facultados para imponernos a los demás sus postulados. Es tremendo pero no quieren entender la verdadera libertad. ¿Por qué no nos dejan que podamos vivir como seres humano libres que quieren elegir a su camino? ¿No sería eso una neutralidad elemental? ¿No significaría una muestra de elemental respeto a la libertad que Dios nos ha dado a cada uno? Pues no, ahora en estos tiempos, a las personas que quieren vivir con rectitud y de acuerdo con su conciencia, las vuelven a echar a la “arena del circo”, en este tiempo declarándolas “políticamente incorrectas”. Pues bien, tras haber anunciado a “bombo y platillo” que iban a revocar de inmediato la asignatura de Educación para la Ciudadanía y que iban a modificar sustancialmente la Ley del aborto, al partido Popular “le entra el miedo en el cuerpo” y temen que sus contrincantes políticos les digan que son gente del “cuaternario” y empiezan a dar vueltas para dejar todo como estaba. ¡No quieren ser señalados con el dedo! ¡Ojalá me equivoque y pediré perdón si sucede lo contrario! Pero como “nunca es tarde si la dicha es buena”, intento poner en guardia a nuestros dirigentes políticos actuales: aún estamos a tiempo. Comprendo que el señor Rajoy tiene sobre su mesa los gravísimos problemas del paro, de la situación económica etc. Pero los ministros que no son de ese ramo, se deberían poner “las pilas” por el propio bien de la sociedad, defendiendo la libertad bien entendida, digan lo que digan los demás.