El partido de Rosa Díez
Desde Mancha Real. Seamos claros, no son tiempos para la ópera, son tiempos de pan y circo, toros, banderillas y “estocá” en el lomo del pueblo llano. Y en esto último, en la “estocá”, Rosa Díez nos gana por goleada. No sabemos si sopla o si solve, si sube o baja, si tiene frío o tiene calor, pero para el manejo de la farsa es única. Es sorprendente que sea la política más valorada en las últimas encuestas del CIS, cuando tiene un partido político sin programa, pero con una idea, liberalismo a tope.
Funciona como los depredadores, o mejor dicho como las avispas, va chupando de las flores aquello que más le gusta, y dice en la tribuna lo que mejor cae a la gente. Sin olvidar que salió del PSOE por la derecha, ella consideraba que la política socialista era muy de izquierdas y por este motivo propugnaba un partido de centro, interclasista, populista, un cajón de sastre, donde cabe todo, donde sus argumentos superficiales son parecidos a los de la ultraderecha italiana o francesa, a problemas complejos soluciones fáciles. Pero Rosa Díez también es esclava de su pasado, después de haber militado durante mucho tiempo en el partido de la rosa, haber ocupado durante varios años la Consejería de Turismo del Gobierno vasco con el PNV y haber sido por dos veces eurodiputada socialista en las legislaturas de 1999 y 2004 no puede venir ahora con las manos limpias como si no hubiese roto un plato en su vida. Ella también es culpable y responsable de todo este desaguisado. En el paisaje de la política actual solo Rosa Díez puede igualarse con Lerroux, durante el Bienio Negro (años 1934-35), en sus dotes para el manejo de la mentira. Es sorprendente que haya conseguido encarnar una parte significativa del deseo de regeneración democrática y de frescura electoral. Ni los argumentos superficiales ni las razones aparentemente profundas justifican su representación de este papel. Un papel donde la demagogia populista es la base de todo su relato, pero que lo tiene muy bien ensayado y estructurado. Recordemos que el mencionado Lerroux pasó del discurso obrerista y la Conjunción Republicano Socialista a pactar con la derecha más casposa y casi fascista de este país y se olvidó de que había sido ministro de Estado con Manuel Azaña para presidir los gobiernos reaccionarios del Bienio Negro. Se hizo famosa la conversación de dos monjas, captada por una emisora de radio, en la cola de una mesa electoral, muy sorprendidas ante las vueltas que daba la vida. ¡Qué barbaridad, hemos salido dos veces del convento, una para votar contra Lerroux y otra para votar a favor de Lerroux! Barrunto que ambas religiosas, elevadas a la enésima potencia, van a resucitar para las próximas elecciones generales, votaremos contra Rajoy para votar por Rosa, votaremos contra el original para votar por la fotocopia. Además de no entenderlo os pregunto a bocajarro a vosotras, monjas resucitadas, ¿por qué el día de las votaciones no os quedáis en el convento?
José María Morillas Mediano