04 feb 2009 / 16:54 H.
Lo peor de la crisis seguramente está por pasar aún porque todos los indicadores económicos apuntan a un aumento aún mayor del paro, cifrado ya en 3.327.801 personas sin trabajo (39.544 inscritos en el Inem de Jaén). Estamos, sin duda alguna, en una encrucijada de impredecibles consecuencias por ese desbocamiento de las cifras del paro. Concretamente, los 198.838 parados más del mes de enero han caído como un jarro de agua fría para el Gobierno, que en nada esperaba esa cifra. Ante esta situación cabe esperar la firmeza de las decisiones gubernamentales con los agentes que no están colaborando como la sociedad espera de ellos, caso de los bancos, que “han cerrado el grifo” de los créditos. Además, hay una evidencia mayor para España que para el resto de Europa en esta crisis mundial financiera y económica, que la caída del sector inmobiliario está arrastrando a provincias enteras hacia el desempleo masivo. Es por ello que en esta circunstancias es cuando mejor se aprecia lo mal que se gestionó el tiempo de las vacas gordas del ladrillo y el cemento, con una ley de suelo abusiva en pagos, que luego iban repercutiendo a cada cual en su hipoteca, en su banco y en su agujero particular, como una pirámide invertida sin base y destinada a caer echa pedazos en cualquier momento. Con todo, no es hora de lamentarse de lo sucedido hace años, quede reflejado para no caer de nuevo en semejante error y ayudemos entre todos a forjar una nueva realidad económica en nuestro país. El Gobierno anunció medidas excepcionales para fomentar el empleo con una dotación económica extraordinaria que administrarán los ayuntamientos y cree que en marzo se notará en el empleo. A los españoles de a pie nos corresponde asumir esta nueva realidad y como es lógico no derrochar dinero, pero sí asumir que si no consumimos esta economía, y cualquiera, se paraliza.