El paraíso terrenal en Mágina
Si existiera el paraíso terrenal estaría en Cárcheles. Ni en el Caribe, ni nada. Para Mari Cruz González pensar en su pueblo es sinónimo de relax elevado a la máxima potencia.

Tranquilidad, sosiego, todo en uno. Es su remanso de paz perpetua. Así ha sido siempre y así seguirá siendo, con plácidos veranos fresquitos en su casa familiar, con sus padres, y mil un recuerdos de una infancia como solo se disfruta en los pueblos pequeños. Pronto se trasladó con sus padres y sus dos hermanos a Jaén, pero mantiene un fuerte cordón umbilical con Carchelejo, donde pasan los veranos completos. Incluso, en la época de los años en los que residía en Málaga, prefería pasar los dos meses de verano allí, entre olivos, “haciendo vida de patio”,, como comenta ella, con las barbacoas de todos los sábados en el patio de la casa y, cómo no, “con los embutidos de Carchelejo, eso por supuesto”. La feria de agosto en honor de San Roque es sagrada, y presume de las Fiestas de los Moros y Cristianos, que bien podrían ser, por qué no, Patrimonio de la Humanidad.
Pasear cuando cae el sol desde Carchelejo a Cárchel, y viceversa, o hacer excursiones a la cruz son pequeños grandes lujos a los que no piensa renunciar, de esas costumbres que permanecen porque se hacen en familia. En estos años ha podido ver cómo ha evolucionado el municipio, con un polígono industrial y el claro crecimiento “en la parte alta”, donde se han construido nuevas viviendas. Recuerda que “su alcalde” es el más longevo de toda la provincia, “y de los pocos del PP, además”, apostilla. “Vamos, no lo sabía, pero lo he leído en este periódico”, bromea.
Trabaja en la Universidad de Jaén, en el Campus de Las Lagunillas, como miembro del Personal de Administración y Servicios desde 2007, de manera intermitente.
Aparece y desaparece, según el capricho de la bolsa de personal. Bromea con que ha pasado por todos los servicios y allá por dónde pasa deja su impronta. Sus tres hijos, Mari Cruz, Roberto y Blanca, son sus tesoros. La mayor prepara una oposición, mientras el niño sigue la vena artística de su familia paterna y estudia Diseño Gráfico en la José Nogué. A ella le gustaría que un futuro pudiera vivir de su verdadera vocación, ganarse la vida con sus creaciones. “Y si se hace rico y famoso, mejor”, comenta entre risas. Blanca todavía estudia Bachillerato, aunque tiene clara su vocación de maestra de Infantil. Mari Cruz es de esas personas que no solo no reniegan de su pueblo, sino que le tienen cariño y les gusta decir que son de allí. Aunque, desde luego, los años que vivió en Málaga marcaron también una bonita época. Se casó con un granadino de Loja, su esposo Roberto, al que conoció cuando estudiaba Derecho en Granada. Desde entonces no se han separado. Y ya van para 25 años. Que se dice pronto.