El Papa humano

En este mundo decadente, donde nos está tocando vivir y sufrir un tiempo “problemático y febril”; donde casi todo es una “falta de respeto, un atropello a la razón” y que son tiempos de “maldad insolente” (escuchen, lean “Cambalache” del maestro Enrique Santos Discépolo), en estos momentos digo, se me antoja que nos asaltan destellos de luz y color en tanto fango y mediocridad. Luz, color y brillo que viene quizá desde donde menos nos lo esperábamos. De aquí que haya supuesto un verdadero notición, una auténtica sorpresa que pasará a los anales de la historia.

    11 mar 2013 / 12:42 H.

    Así me ha parecido la retirada de Benedicto XVI de su pontificado. Yo diría que del cargo, que no de su misión y camino. En el sentimiento generalizado del “aquí no dimite nadie”, haga lo que y como lo haga, tan arraigado en nuestro país, cobra un mayor sentido esta actitud y su mensaje. El Papa ha dado otro verdadero testimonio de humanidad, sobre todo. Dejando boquiabiertos y con el paso cambiado a todo el colegio cardenalicio y su jerarquía eclesiástica. Pocos conocerían su decisión y si la conocían, fueron leales a la misma. El principal valor que destaco es el de la humanidad. Y quizás este es uno de los valores que habría que recuperar. Somos humanos, nos cansamos, perdemos los nervios, lloramos, nos reímos. ¿Hubo algo más humano que aquello del “Padre, que pase de mí este cáliz”. O el “¡Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?!”. Humanidad que ha sobrepasado toda la grandeza y contundencia que supone el cargo de Pontífice Máximo. Y sin mayor grandeza, ni estruendo, se retira con humildad y recogimiento. Ha puesto su persona y su personal llamada y camino de santidad, por encima y delante de un cargo jerárquico y que le vino más o menos dado, ¿impuesto? ¿Será este signo el advenimiento de que otra Iglesia es posible? Si esto ha sido posible en una de las instituciones más conservadoras e inmovilistas de nuestro mundo, con su decisión, está mostrando que también en el mundo terrenal se puede hacer. Ha sido a la vez valiente, para desoyendo y desobedeciendo las normas jerárquicas y el protocolo establecido, superarlos y poner al hombre y sus circunstancias en el centro de su decisión y por encima de los sistemas y organizaciones. Creo que lo sucedido va a suponer un acercamiento de fieles a la Iglesia. Ganando en humanidad, credibilidad y cercanía. Muchos clamamos por una regeneración, sobre todo en nuestro país. En lo institucional, en lo político, en lo judicial. Regeneración como principio de limpieza y cribado, e inicio de una nueva forma de hacer y ser. Regeneración donde el hombre sea el centro de las acciones recuperadoras de los derechos perdidos (Estado del bienestar). Ya hay alguien que lo ha hecho. A ver quién es el valiente, o valientes, que le siguen. Para una mayoría de ciudadanos, ganarían en dignidad, honestidad y credibilidad.
    Francisco José Campaña