El Papa Francisco, un año después

Desde Torredonjimeno. Quisiera compartir con los lectores de Diario JAEN el asombro que muchos sentimos ante las ideas, la personalidad y el nuevo estilo instaurado en el Vaticano por el papa Francisco desde el 13 de marzo de 2013, fecha de su elección en cónclave. Sustituyó a Benedicto XVI, que fue sincero al admitir que no se encontraba con fuerzas para gobernar el timón de la Iglesia. Al parecer la consideraba amenazada por un grave peligro de escisión, según dijo él mismo en la misa de despedida de los sacerdotes que celebró en una basílica romana (se refería probablemente a Europa porque en Hispanoamérica se habla de la existencia de “dos iglesias” desde hace más de treinta años). Durante estos doce meses ha vivido el papa Benedicto, ya de edad avanzada, en un retiro silencioso, dedicado al parecer a la oración, la lectura y otras actividades intelectuales en las que siempre destacó. En cuanto a su labor, a estas alturas posiblemente sea mejor dejar que sea la Historia la que la analice y valore. En cuanto al actual pontífice, la opinión general en todo el mundo es la que sienten los deportistas cuando un jugador excepcional les deja boquiabiertos con jugadas sucesivas, sorprendentes e imprevisibles: El Papa Francisco ha tomado decisiones y ha hecho declaraciones que parecían impensables hace un año, pero que todo el mundo considera absolutamente razonables, sobre cuando ha tendido la mano a colectivos como los homosexuales, tradicionalmente no aceptados con benevo-lencia, de los que el Papa dijo hace varios meses aquello de “quién soy yo para juzgar a alguien que es gay”, una reflexión, entre otras muchas, que dejó al personal mudo por la sorpresa, aunque no es sino el reflejo de la idea de aceptación del prójimo tal como es, opinión lógica dentro de un modelo cristiano de pensamiento. Siempre se ha dicho que la Iglesia es inmovilista y que los fieles llevan años de delantera a las jerarquías que la rigen, pero ahora, de pronto, se ha vuelto el mundo al revés, y de ahí el desconcierto: el Papa Francisco ha puesto en marcha un proceso de renovación que ha dejado descolocados a los más “progres” de su feligresía. Es un hombre que ha traído una corriente de aire fresco a un ambiente excesivamente cargado por los siglos pasados sin que nadie abriera de par en par las ventanas para airear la casa.

 

    11 mar 2014 / 23:00 H.