El Papa Francisco

Cuando a veces falta la esperanza, cuando desconfiamos de los políticos, cuando la corrupción se instala en todos los niveles, cuando nos acostumbramos a vivir en la mediocridad, llega el Papa Francisco y en pocos días nos transmite otra forma de vivir la vida.

    20 mar 2013 / 11:47 H.

    Sus gestos, en estos primeros días después de ser nombrado Papa, nos han sorprendido gratamente a todos, son como una bocanada de aire fresco que nos ayuda a despejarnos y ver el horizonte con esperanza e ilusión. Su sonrisa, sus palabras, su espontaneidad, transmiten una fuerza especial necesaria para cambiar el mundo. Pero el mundo no va a cambiar si no cambiamos nosotros. De nada servirá si nos alegramos de las nuevas formas del Papa y no somos capaces también de romper moldes y comprometernos en la construcción de un mundo mejor. Nos sobran palabras y nos faltan hechos. En las pequeñas decisiones que tomamos cada día se notan cuales son nuestros valores y nuestras intenciones. De nada vale culpar a los demás y quedarnos con los brazos cruzados, nuestro granito de arena es fundamental si queremos que las cosas cambien a mejor. Actuar con coherencia, con ganas y decisión. Levantarnos cada mañana enamorados de la vida y convencidos que lo podemos hacer mejor. Aportar nuestras fuerzas para que la justicia, la igualdad y la verdad sean una realidad. La sencillez de este nuevo Papa nos puede empujar a ser más sencillos y auténticos con los demás, pero para ello tenemos que ser receptivos y con verdaderas ganas de cambiar.

    Miguel Lechuga