El pájaro de la tristeza
Dice un proverbio chino “No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera”. Yo no soy muy amante de la filosofía oriental, pero es cierto que los españoles hemos dejado que la tristeza acabe haciendo su nido en nuestra pelambrera e incluso en nuestra pelona cabeza.
Hemos permitido que la depresión se quede a vivir con nosotros y nos hemos vuelto tristes, muy tristes. Soñaban algunos políticos en hacer de España un país serio, pero no se imaginaban hasta qué punto la seriedad se convertiría en abatimiento. A nuestros gobernantes les gusta eso de tener al personal vagando como zombis, una sociedad a la que se le puede cercenar cualquier parte de su anatomía sin que se inmute, ciudadanos tan sumidos en el desconsuelo que les da igual ocho que ochenta, gente que ni siente ni padece, trozos de carne. En estos últimos tiempos nos hemos acostumbrado a tragarlo todo y a que las quejas se queden solamente en suspiros que intentan hacerse escuchar en oídos sordos. El gobierno remueve las aguas en las que nos hundimos, ese proceloso charco de la tristeza y ahí estamos, metidos hasta el cuello. Asistimos estupefactos al baile de las cifras macroeconómicas, nos abate la ignorancia y el desconcierto nos impide pensar. De otra manera no se entiende como no reaccionamos ante el progresivo desmantelamiento del estado del bienestar. Será que el cielo se ha llenado de pájaros siniestros. Esos pájaros de la tristeza también vuelan por cielos más cercanos. Por los de Úbeda por ejemplo. ¿Se puede poner precio para poder visitar la iglesia más ubetense de todas, la de Santa María, sin que nadie haga nada? No insistiré demasiado (Salvador Compán ya escribió un magnífico artículo en este periódico el sábado pasado). Dicen que el cobro por la entrada es señal de una buena gestión del patrimonio. ¿Gestionar bien es volver a cobrarnos lo que ya hemos pagado con creces? Si la sociedad ubetense no se rebela ante este desmán, ¿qué nuevas tropelías nos esperan? En fin, esta semana estamos conmemorando el primer aniversario del llamado Movimiento del 15-M. Dirán ustedes que ahí está la esperanza. Es cierto: Va a ser ése el único clavo al que asirse, ésa va a ser la única escapatoria que nos queda, hay que levantar la voz y contagiarse de la alegría de esta gente que sale a las plazas a gritar contra la desesperación. Se dice que éstos del 15-M solo tienen pájaros en la cabeza, pero no son los pájaros de la tristeza. Si para los mercados somos ovejas mansas, convendría recordar lo que decía Cervantes en boca de Sancho Panza: “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”. Definitivamente prefiero la sabia filosofía española.
Luis Foronda es funcionario