El “oro líquido” sube todavía más
El precio del aceite es mucho más que dinero en Jaén. No hay bar o plaza de pueblo que se precie en la que, de vez en cuando, salga la conversación de a cómo se paga el aceite y cuánto dan por el kilo de la aceituna. Cuando está barato, la conversación se convierte casi en lamento. En cambio, cuando sube, las palabras se parecen mucho a la fábula de la “Cigarra y la hormiga”, ya que los olivareros aseguran que ahora se puede obtener algo de rentabilidad para compensar lo que han pasado y lo que seguro que les vendrán. De hecho, una de las características del precio del producto es su enorme volatilidad. Sube o baja en función de creencias, expectativas o, incluso, de palabras de personas influyentes en el sector.

Por eso, los jiennenses saben que cuando el aceite se paga caro hay más alegría que cuando “no vale nada” —esta es una afirmación acuñada en los pueblos olivareros de esta tierra—. No obstante, generalmente, cuando hay felicidad, no suele ser concreta. Ahora el aceite de oliva es más “oro líquido” que nunca, pero el motivo de su incremento obedece a la ley de la oferta y la demanda. Ojalá que se pagara caro porque tuviera prestigio y existieran redes comerciales bien tejidas para obtener el mayor valor añadido.
Sin embargo, vale más porque hay poco y esto hace que el negocio no sea completo para todos, sino que se convierte en redondo para algunos o, lo que es lo mismo, para los que ahora tienen la suerte de poseer extra, virgen o, incluso, lampante en sus bodegas. De esta manera, queda claro que se trata de un incremento estacional debido a la circunstancia de la bajada de la producción y el desajuste que existe en la demanda, que, pese a que ha bajado, todavía pide más de lo que hay. Si fuera por una comercialización más eficaz y profesional, los beneficios se repartirían entre más personas, pero, por desgracia, no es así. Por eso, quien tiene, gana. El que no, ve el carro pasar, pero no se puede subir. Además, de esta manera está claro que será algo circunstancial, por lo que la cotización tenderá a la baja en cuanto que exista producto suficiente para abastecer a los mercados, sobre todo, a los internacionales, que son los que más intervienen en el desajuste que genera el desfase entre producto dispone y demanda, que se traslada en un incremento del precio.
El virgen extra se vende a 3,63 euros por kilo en las operaciones a granel que se cierran en la provincia jiennense. Además, sorprende porque ha subido algo en los últimos días. El virgen extra a 3,20, mientras que los lampantes ya cotizan por encima de los 3 euros.
Afecta a todos. Precisamente, la baja cosecha en Jaén se nota en todo el mercado de las grasas vegetales. Incluso el girasol tiene tendencia ascendente, ya que, si todos los de oliva se pagan por encima de los 3 euros a granel, los consumidores empiezan o empezarán a tener que abonar más de 4 cuando los saquen de los establecimientos de alimentación. Y una vez más queda la duda de si esto afectará a los años con más cosecha. Parece que cada vez menos porque la promoción ha servido para elevar el prestigio de la grasa y que el consumidor tenga claro que el aceite de oliva es salud y gastronomía. No obstante, pese a esto, desacostumbrar a los compradores no es beneficioso.
El precio del aceite está caro en todo el mundo. De hecho, en Jaén es donde quizá se vende algo más barato, tal y como indica la estadística del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. De hecho, en Italia cuesta más de 2 euros, mientras que Grecia y Túnez muestran una cotización bastante parecida a la jiennense.