El olivar rompe la estadística y hace remontar el empleo en enero
La necesidad de diversificar la economía jiennense, esclava aún en un porcentaje elevado del monocultivo del olivar, encuentra en ocasiones como la actual argumentos diferentes a los habituales. Y es que el mar de olivos que representa la inmensa superficie productiva de esta provincia es el responsable de que, al menos en este mes de enero, la sangría del paro no haya seguido su tendencia ascendente.
El número total de desempleados en el país al cierre del pasado mes ha alcanzado la imponente cifra de 4.048.493 personas, su nivel más alto en toda la serie histórica comparable, que arranca en 1996. Y detrás de cada uno de esos números hay familias, vidas, problemas personales que llegan a ser verdaderamente dramáticos.
En medio de un panorama desalentador, Jaén sale más que airosa, con 1.703 demandantes de empleo menos que en el mes de diciembre. Sólo Baleares, con 510 empleados nuevos, coincide con la provincia jiennense en aportar valores positivos en esta cuestión. El problema llegará, como ya apuntan algunas organizaciones sindicales, cuando termine la campaña de recogida de aceituna y ya no haya jornales disponibles, porque todo el producto estará ya en las almazaras. Tampoco el fruto del olivo es la panacea, porque sin salir de las fronteras jiennenses está el caso del sector del ladrillo, castigado como pocos por la crisis, que apenas puede sacar la cabeza a flote y al que no socorre, siquiera, el periodo de recolección. La situación es extrapolable también a otras muchas empresas, de otros ámbitos productivos, reducidas a la mínima expresión por los expedientes de regulación de empleo. El dato de creación de puestos de trabajo en enero en la provincia, aún siendo positivo, puede ser sólo un espejismo y propiciar el error de caer en el triunfalismo. La aceituna, con todo, no es la panacea y buscar alternativas que generen empleo es hoy más prioridad que nunca.