El ocaso del sol
La belleza de la contemplación del ocaso del sol tiene enormes admiradores, en ocasiones vemos el sol atrapado entre las montañas de nuestra sierra, durante un periodo de tiempo corto, recuerdo que es en sí mismo más agradable, otras veces la puesta del sol se puede observar desde grandes llanuras, campos de olivos iluminando notables extensiones de terreno.
Desde un tiempo lejano cuando el ocaso del sol se producía en los equinoccios de verano e invierno, se asociaba a mensajes simbólicos. Es el caso de Abu-Simbel en Egipto, cuyo pórtico está decorado con las estatuas del Faraón Ramsés II, iluminando en junio la primera estatua, día del nacimiento del Faraón y la última en octubre, conmemorando su coronación. En San Juan de Ortega, la iglesia románica de este pueblo burgalés tiene situado un ventanal, de forma que en junio y octubre coincidiendo con los equinoccios ilumina un capitel de La Anunciación de la Virgen María y San José, de forma que un rayo de luz, ilumina el vientre de la virgen como recordatorio de su maternidad por la intervención del Espíritu Santo. Luz de Luz. Pero el ocaso del sol nos trae en ocasiones algún disgusto, especialmente en esas fechas donde el sol está a la misma altura que la Tierra, conduciendo un vehículo a la hora de la puesta del sol en dirección frontal al mismo, quedamos deslumbrados, existe un gran peligro de alcances, en este caso es aconsejable interrumpir la marcha y esperar que el sol se marche.
Médico
Fernando Garreta