El oasis era un espejismo
La segunda temporada de la excelente serie ideada por David Simon, The Wire, arranca con el hallazgo de 14 mujeres muertas por asfixia en un contenedor de mercancías abandonado en el puerto estadounidense de Baltimore. Por fortuna, el viaje de los tres adolescentes que la Policía Local localizó, a principios de esta semana, deambulando sin norte por las calles de Jaén no acabó así. Persiguiendo la promesa de un futuro mejor que parece Europa, arriesgaron sus vidas cruzando el Estrecho escondidos en los bajos de un camión. Otros empeñan lo poco que tienen y se embarcan en una patera.
A este lado, se suceden los titulares: “Avalancha” de pateras, “nuevo salto masivo” a la valla. Se producen las devoluciones ilegales, el “cierre” de fronteras, las políticas que atentan contra los derechos humanos y se llevan vidas de perro debajo de un puente. El oasis era un espejismo, pero el timo se sigue perpetuando. Debe dar más beneficios invertir en concertinas que ir a la raíz del problema y fomentar, desde un Norte que ha hecho poco más que explotar al Sur, planes de cooperación y desarrollo que permitan a un ciudadano llevar una vida plena en su país.