El "niño del Gordo" ya vive en Bailén
Uno de los despertares más felices de Noelia Nájera, de veintiocho años, lo tuvo el 22 de diciembre del año pasado: un décimo —cuatrocientos mil euros— del Sorteo Extraordinario de Navidad mejoró, sustancialmente, su vida y la de su pareja, Manuel Jesús Gaitán, de treinta y uno. Ambos esperaban entonces la llegada de su primer hijo. Nájera lucía una barriga de seis meses. “Recuerdo que toda la gente bailaba tras la noticia. Yo me quedé fría. Tenía una hipoteca importante y el embarazo suponía, también, más gastos en casa. Cuando me di cuenta de que me quitaba de encima la asfixia económica supe lo afortunada que era”, confiesa.
Hoy, nueve meses después de aquella escena, el “niño del Gordo” —como lo apodaron en Bailén antes de que llegara al mundo— tiene casi medio año de residencia en la Tierra, pues nació el 1 de abril de 2014. Se llama Daniel Gaitán Nájera y ya disfruta con “Pocoyó”, la conocida serie de animación infantil.
En el momento en que Diario JAÉN habla con su madre para contar cómo es Daniel Gaitán, el pequeño estalla en un llanto propio de su edad. “Hoy tiene poco sueño. Pero es un niño muy bueno. Duerme mucho desde que tenía dos meses”, explica Nájera. El menor —moreno, guapo y con gran apetito— está “ocupado” en una tarea que, como todos los seres humanos, relativizará cuando sea mayor: descubrir el mundo. Su mundo. “Un día estaba fascinado con sus propios pies. Y cualquier cosa despierta su atención en la calle”, dice. Llegará el momento en que sus padres tendrán que contarle —a la manera de un cuento, pero sin concesiones a la ficción— que su “preexistencia” estará siempre ligada al número 62246, el premiado. “Vino con ‘El Gordo’ debajo del brazo. Eso me decía la gente. La verdad es que nunca me lo hubiese imaginado”, confiesa Nájera.
La mujer y su esposo han disfrutado de unas vacaciones —las primeras en familia— tras casi un lustro. Son autónomos, dueños de un negocio de repuestos de maquinaria. Y, también, los padres de Daniel Gaitán, un niño venturoso que se mira, extrañado, sus pies.