El museo de la espera eterna
El Museo Ibero será y abrirá sus puertas. Ocurrirá algún día. Lo que no tiene fecha es el momento en el que el futuro será sustituido por el presente en la forma verbal. Es la incógnita que la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, descartó despejar en la visita que realizó ayer a la capital porque consideró que, adelantar plazos —como, por otro lado, han venido haciendo sus predecesores durante cerca de quince años sin que se hayan cumplido—, “sería una temeridad y confundiría a la ciudadanía”. Lo que sí destacó es el impulso que han experimentado unas obras que se retomaron hace exactamente un año, después de estar paralizadas durante dos. “Van al ritmo deseado y, antes del verano de 2016, estarán terminadas”, garantizó Aguilar, que puntualizó que, llegado ese momento, la Junta de Andalucía habrá invertido en el Museo Ibero 26,29 millones de euros.
Este espacio “único y singular” —como calificó la consejera que será— servirá de foco “dinamizador”, “potenciará el turismo cultural” y “abrirá nuevas posibilidades” para la creación de empleo. Y, precisamente porque se vislumbra como “generador de oportunidades” asociadas a ese yacimiento todavía por explotar que es la cultura, anunció que, “para acortar los plazos”, el proyecto museográfico saldrá a licitación antes de que hayan finalizado las obras. “Nuestra voluntad es dar toda la celeridad a un proyecto perfectamente encarrilado”, subrayó Aguilar.
No obvió los retrasos continuos que han jalonado el devenir del Museo Ibero, pero insistió: “Estamos en el buen camino para que, después de tantas dificultades y vicisitudes, la ciudadanía tenga este museo y que se sienta reconocida en su contenido y en un proyecto que abre nuevas posibilidades de empleo”. Sin embargo, una vez que se liciten el proyecto museográfico y la dotación de mobiliario en su interior, los tiempos se difuminan. Es ahí donde Aguilar evitó pronunciarse. Lo justificó en que se trata de un proyecto eminentemente “técnico”; están en juego “muchas piezas” y habrá que “resolver cualquier obstáculo con el Gobierno de España”, ya que muchas de ellas pertenecen al “propio Ministerio”. Hizo hincapié en que “debe ser un trabajo riguroso”. Y, aunque la espera se eterniza, reflexionó: “No se trata de hacer las cosas con prisas, sino bien, y de entregar una obra como se merece el conjunto de la ciudadanía y que sea un referente”.
En cuanto a la cesión de piezas procedentes del Ministerio de Cultura, la consejera respondió a preguntas de los periodistas: “Le hemos trasladado que vamos en plazo para finalizar las obras y también le hemos planteado la realidad que concurre con los terrenos y que trabaje en ello”. La cesión de uso del solar es el “último” escollo hallado en un camino que ha estado salpicado de obstáculos. La Junta necesita esta cesión para poder certificar el final de la obra, pero no fue eso lo que se acordó en 2004, sino una “puesta a disposición” de los terrenos.
Para resolver este “problema”, la Consejería de Cultura ha apuntado directamente al Ministerio, del que —recordó Rosa Aguilar— es quien tiene la competencia global sobre el proyecto.