El “mindfulness” llega al aula de la mano de Gema Muñoz

La docente explica que ha llevado con éxito la disciplina a sus clases en la SAFA. “En veintitrés años esta es la mejor promoción que he tenido”, dice.

Muñoz comenzó a aplicar el “mindfulness”, de manera gradual, desde que los niños, ahora en tercero, cursaban primero. Cada día, después del recreo, el grupo se sienta y comienza una sesión en las que los menores se relajan y aprenden a respirar mejor. “Están tan contentos que hasta llevan lo aprendido a casa”, indica. La docente asegura que las ventajas son totales, ya que se aumenta la concentración y el rendimiento escolar, a la vez que se fomentan valores como la solidaridad, la empatía y la apertura de mente. “Los alumnos no tienen prejuicios”, manifiesta Gema Muñoz.

En cada sesión, después de relajarse con los ojos cerrados, se hace una puesta en común en la que los pequeños expresan sus sensaciones. En opinión de la maestra, que es pionera en Alcalá la Real, el “mindfulness” debería extenderse a todos los centros educativos ya que, además de no suponer un coste económico añadido, redunda de manera muy positiva y los estudiantes tienen los cinco sentidos en las materias que se abordan en las clases. “Es la vida misma y funciona incluso con niños hiperactivos y con trastornos sociales”, añade, satisfecha.

La enseñante está dispuesta a dar un curso también para adultos. De hecho, en los talleres de yoga a los que asiste ya ha conseguido captar el interés de sus compañeras. Ella en concreto aprendió de su hermana Beatriz, afincada en Granada, quien acudió a formarse a Massachussetts, en Estados Unidos. La creación del “mindfulness” se debe al profesor de Medicina norteamericano Jon Kabat-Zinn. La disciplina goza de una creciente aceptación internacional, ya que sus partidarios resaltan los beneficios en diferentes terapias. Incluso se aplica en las relaciones de grupos, como plantillas de empresas o presos.

Aunque la base del “mindfulness” está relacionada con el budismo, en la actualidad la Psicología recurre a él como algo que no guarda relación con la práctica religiosa. El aprendizaje de la “conciencia plena” consta de varios niveles, de modo que, con los años, se perfecciona la formación.