El milagro de la vida es impaciente
No aparta la vista del pequeño, ni tan siquiera para recibir a las visitas. Miguel Berrio sostiene con fuerza y orgullo a su hijo, que lleva su mismo nombre. El bebé acaba de llegar a casa, tras cuatro días en el hospital. Está totalmente recuperado de un nacimiento que nadie olvidará. Su madre, Paqui Torres, dio a luz en el centro de salud de Villargordo.

Nadie lo esperaba tan pronto, ni los padres ni su hermana Elena. La pequeña, de seis años, juega en la habitación con su primo, totalmente ajena al protagonismo que, sin querer, recibe su hermano. Su llegada al mundo será una historia que se transmitirá de generación en generación y comentario en todas las reuniones familiares. Porque el pequeño Miguel Berrio Torres estaba impaciente por llegar al mundo; tanto que cogió desprevenido a su familia y a los propios médicos.
Fue el martes por la mañana cuando Paqui empezó a encontrarse mal. Ni se le pasaba por la cabeza que el milagro de la vida llamaba a la puerta impaciente. “Tengo una menstruación muy irregular y no sabíamos exactamente de cuántas semanas estaba. De hecho, no sé con cuántas ha nacido el niño”, cuenta sonriente y sorprendida por la expectación de su parto. A la una del mediodía ya no podía más con los dolores y llamó a su hermana Rocío. El pequeño estaba desesperado por salir; tanto que llegó al centro de salud del municipio con la “cabeza prácticamente fuera”. La expresión no es para nada exagerada. Nada más entrar rompió la bolsa fetal, con lo que no dio tiempo de trasladarla a Jaén. La tumbaron en una camilla de la sala de observación para realizarle una exploración y, mientras, avisaron a la pediatra del pueblo. Ella se encargó de prestar la primera atención al bebé, que nació de las manos del médico José Carlos Algar, al que la familia está eternamente agradecida. Con la colaboración del 061, Miguel abrazó la vida sano y con 3,100 kilogramos. Como precaución, estuvo ingresado en el Hospital Materno Infantil hasta ayer, cuando le dieron el alta.
Si especial fue el momento para los padres, tampoco lo podrán olvidar los profesionales del centro de salud. Era la primera vez que se enfrentaban a tal tesitura. La emoción y la satisfacción brillan en sus ojos desde el pasado martes, cuando una nueva esperanza, un nuevo bebé, llegó al mundo.
Dar a luz en un centro de salud no es algo habitual. El último parto de estas características que se atendió en la provincia, según los datos de la propia Junta, se produjo en noviembre de 2012 en Porcuna. Aquella vez, la que estaba impaciente por llegar era una niña, que pesó 2,800 kilogramos. Como en el caso de Paqui, la madre se acercó a la instalación sanitaria con los dolores de parto y allí mismo tuvo que ser atendida de urgencia.