El mejor sistema posible

El modelo liberal que nos ha amamantado a lo largo de cinco siglos ha forjado definitivamente su pensamiento para esclavizarnos. Al haberse constituido en sistema de sistemas, al haber penetrado en todos los estamentos sociales, y consumido el oxígeno humanista que simulaban respirar los vigías de occidente, todos los valores se han asfixiado.

    06 jul 2013 / 08:35 H.

    La letra de sus preceptos era extraer la energía del cuerpo humano para convertirla en un valor que duplicaría su beneficio al revertir sobre el sacrificado, pero de aquellas buenas intenciones solo ha revertido un aumento de la extracción de la energía productiva. Para perpetuarse, el liberalismo vació la Democracia para mitificarla mejor y para que, de esta manera, la Democracia alimentara al liberalismo. No, no había buenas intenciones: bajo las grandes revoluciones liberales de entre los siglos XVI y XVIII, el esclavismo pudo alcanzar su máximo apogeo si no fuera porque hoy en día lo estamos superando. Un sistema que se mantiene de crecimiento sin límite, postergando a millones de seres humanos improductivos y exprimiendo al resto, con el único fin de no dejar de crecer, no puede terminar de otra forma que atragantándose. Estamos viviendo en directo la autopsia del sistema, constatando que gracias a nuestra ingenuidad y a nuestro esfuerzo una élite financiera y política se ha deleitado en las grandes categorías del ideario liberal humanista y democrático. Según Locke, a partir de los tres años conviene poner a trabajar a los niños de las familias que no son capaces de alimentarlos. Echemos un vistazo a la mano de obra que sustenta a las grandes economías mundiales y a las manos cortadas de aquellas que estamos en la ruina. Toda esta turbulencia sistémica que nos zarandea es el efecto de una mutación necesaria para que la máquina de trinchar siga funcionando. Si alguien trata de predecir sus consecuencias está perdiendo el tiempo. Consuélense: en marzo de 2008, Alan Greenspan, máximo culpable de la crisis financiera de EE UU, escribía para el Financial Times: “No fuimos capaces de anticipar las irregularidades en los mercados financieros”. Y en octubre de ese mismo año reconocía ante el Congreso: “Lo que parecía ser un edificio compacto e incluso un pilar fundamental de la competencia en el mercado y del libre-mercado ha quebrado. Todavía no entiendo por qué ha ocurrido”.

    Guillermo Fernández Rojano es escritor