El malo de la película

El escritor y periodista polaco Ryszard Kapucinski sostenía que el periodismo no es un oficio para cínicos. Lo podría corroborar cualquier reportero de guerra, pero también el que intenta ejercer esta profesión en un país minado por la violencia o el redactor de “Sociedad” que, en estos años, haya tenido que lidiar en España con el desgarro de alguna de las miles de familias que se han quedado sin vivienda, víctimas de desahucios, o con la impotencia de quienes han perdido sus ahorros por el efecto de las preferentes.

    29 may 2015 / 10:41 H.


    Pese al desprestigio —en algunos casos, con razón— y de la precariedad que se ha impuesto en el sector, llegando a niveles que cuestionan aquello de que es la profesión más hermosa del mundo, el periodismo no es oficio para cínicos. Pero tampoco debería serlo el ejercicio de la política. Tras cuatro años de recortes “a discreción” al Estado del Bienestar y de ataques continuos a la cultura, empezando por el incremento del IVA hasta el 21%, el ministro de Hacienda, “que no tiene nada que ver con el malo de La isla mínima”, saca ahora pecho de un cine español del que hace dos años abominaba. Sin duda, es electoralismo. Pero 2015 ya no es 2011. La ciudadanía, por fin, recuerda.