El machismo que no cesa
La última concentración institucional contra el la violencia machista, como cada 25 de mes en la capital, sirvió para poner sobre la mesa la imperiosa necesidad de no callar, de no ser cómplice de una lacra que afecta a todos los ámbitos de la sociedad actual. Treinta y seis mujeres han muerto ya en lo que va de año a manos de sus parejas o exparejas, en una espiral violenta que no termina y en la que resulta fundamental que el drama se exteriorice, que no quede circunscrito a la escena privada de las familias. Porque lo que pasa de puertas para adentro, en este caso, es también problema de todos, e incumbe a todos.
En la esfera de las administraciones públicas, la propia delegada de Igualdad de la Junta, Ángeles Jiménez ha pedido a los políticos “ejemplaridad” a los políticos en la lucha contra la violencia machista, desde todos los ámbitos, desde el familiar, hasta el educativo o el de la sociedad en general. En lo que va de año, se han atendido en la provincia 163 denuncias, 96 de ellas de menores de edad, lo que representa un e trece por ciento en relación al ejercicio anterior. Las herramientas funcionan, pero es imprescindible pedir ayuda, acudir a estos recursos, para salir del laberinto insufrible de la violencia machista. Declaraciones como las escuchadas la semana pasada del socialista García Page y del popular alcalde de Valladolid, cada uno a su manera, son el claro ejemplo de que la sociedad todavía tiene mucho que aprender y superar en esta materia e, incluso, entre los propios dirigentes que, como dice la delegada Ángeles Jiménez, tendrían que dar ejemplo. Posturas como las de estos dos personajes son de todo menos, desde luego, ejemplares, por mucho que luego quieran matizar o desdecirse.