El líder versus el grupo social como motor de cambio

En nuestra democracia el líder es quién abre la carrera en cualquier institución, también en el mundo electoral. Y no es que con ello quiera yo vituperar a ninguno pero sí poner de manifiesto, que un proyecto político, no es sólo un rostro, una cabeza, sino también el pensamiento de un grupo. No creo que el líder pueda salvar al grupo social, sino que es el grupo social, la sociedad la que en su conjunto debe de tomar las riendas del cambio.

    16 nov 2015 / 11:29 H.

    La autoridad moral o política, el miedo al cambio, el pensar en que sobran demasiadas instituciones o sencillamente que hay que simplificar la vida, nos lleva contra las cuerdas para entender que vivimos en un tejido social que es un espejismo, donde tú perteneces a un grupo social no por tus ideas, sino por los billetes en la cartera o la renta per cápita que recibes. Lo demás son distracciones, como lo son el exceso de leyes y normas que no da casi tiempo a leer, y como lo es por ejemplo que la justicia se rija por leyes en parte decimonónicas, y Hacienda (por el contrario) por ultra leyes del siglo XXI de cobro electrónico. Algo no me casa en la mente, o yo soy un tremendo ignorante, o todo este teatro inmenso del mundo lleno de corifeos entre comillas en parte innecesarios, no cambia las cosas. Es curioso que se nos aleja en la educación de las signaturas que enseñan a pensar (la ciencia es muy importante, pero ojo a la ciencia sin conciencia), o encerramos a nuestros niños en búnker de hormigón, y nos alejamos de la naturaleza. Subvencionamos la compra de coches, pero insisto no subvencionamos la compra de libros, con esto está todo dicho. Caminamos a un nuevo despertar de conciencia pero que nadie nos idiotice despistándonos con montañas de selvas legislativas. Para terminar si el líder es el grupo social, la gente que queremos el cambio, dejemos a un lado los arrullos y cantos de sirenas hacia personalismos decimonónicos, y comencemos a simplificar la vida, luego la familia, la sociedad, el grupo, la educación, la sanidad burocratizada etcétera... Quizás así podamos llegar a ser un poco cada día más felices, perdamos menos el tiempo, y tengamos menos estrés.
    Eduardo M. Ortega Martín