El lavadero de Pegalajar está en un callejón sin salida

En un punto muerto. Así se encuentra la reforma del lavadero de Pegalajar, una rehabilitación que enfrentó a vecinos con el Ayuntamiento y cuyas iras se trasladan, ahora, a la Diputación. El pleno del Corporación de Pegalajar aprobó, por unanimidad de los tres grupos políticos que lo integran, solicitar a la Administración provincial y al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas la modificación del proyecto de adecuación del espacio municipal en monumento turístico. La solicitud se ciñe a la parte que afecta a la “inutilización” de la mayor parte de las pilas para lavar. Lo que piden la Corporación y los vecinos, representados por la Asociación Fuente de la Reja, es que se queden tal y como estaban.

02 oct 2014 / 09:43 H.


La diputada de Turismo, Ángeles Férriz, recuerda que el proyecto, incluido en el Plan Operativo Local, está financiado, en un 70%, por fondos europeos. El programa se dividió en dos fases; una primera convocatoria para el periodo 2009-2011, y la siguiente para 2011-2013. “El plan, que viene de la Unión Europea, concluyó el 31 de diciembre de 2013 y deja todo el año para justificar las obras, proceso en el que ahora estamos”, señala Férriz.
El Ayuntamiento de Pegalajar eligió, en 2011, que la iniciativa que se enmarcaría en este programa fuera el lavadero, con una ayuda de 190.000 euros. “Para ahorrarle costes, el proyecto lo redactaron técnicos de la Diputación de acuerdo con las directrices planteadas por el Ayuntamiento”, relata la diputada. El proyecto inicial se entregó a principios de julio de 2013. Desde ese momento hasta el 12 de enero de 2014, seis meses después, la Diputación no recibió pega alguna. Es más, según Ángeles Férriz, lo que se le entregó fue un acuerdo plenario en el que se da la conformidad. “A partir de ahí, nos ponemos a trabajar porque tenemos que justificar el dinero, de lo contrario, se pierde y nos condiciona para la próxima convocatoria”, alerta. “No hay tiempo material para cambiar el proyecto. El alcalde puede cambiar la parte de la obra que quiera, pero cualquier modificación puede poner en riesgo su justificación. Si ha hecho oídos sordos durante dos años a sus vecinos, no puede, ahora, echar balones fuera y culpar a la Diputación”, asevera. Así, parece ser que la adecuación entra en un callejón sin salida.