El juez levanta el secreto de sumario del crimen de Peñamefécit
El juez Antonio Valdivia, que dirige la investigación del conocido como crimen de la anciana de Peñamefécit, ha levantado el secreto de sumario que pesaba sobre el caso. Las pesquisas, de momento, están en punto muerto, a la espera de que los resultados de varias pruebas biológicas que todavía están pendientes arrojen algo de luz sobre el autor de la muerte de Trinidad P. G.

La causa había sido declarada secreta por su señoría tres semanas después de que se cometiera el crimen. Fue la propia Policía la que pidió esta medida al juez Valdivia. Los investigadores de la UDEV ya sospechaban de Pablo A. P. y de Pablo Jesús A. D., hijo y nieto de la víctima, respectivamente. La Comisaría decidió hacerles un seguimiento. Durante semanas, tuvieron sus teléfonos "pinchados". Con autorización judicial, la Policía escuchó todas sus conversaciones para intentar confirmar sus sospechas de que ambos estaban involucrados en la muerte de Trinidad P. G., la anciana de 85 años cuyo cadáver fue encontrado en su casa en la tarde del pasado 28 de diciembre.
Para los agentes, esa investigación había que llevarla con discreción. De ahí que solicitaran al juez el secreto de las actuaciones. Tras más de un mes y medio de pesquisas, la Policía decidió dar un paso más. A finales del pasado mes de marzo, detuvo a Pablo A. P. y su hijo Pablo Jesús A. D., acusados de homicidio. Tras pasar dos noches en los calabozos de la Comisaría, fueron puestos a disposición del juez Antonio Valdivia. Tras interrogarlos, el juez los dejó en libertad, sin dictar medida cautelar alguna, al considerar que los indicios presentados contra ellos por la Policía son muy débiles. De todos modos, ambos siguen, de momento, imputados.
Para los investigadores, Pablo Jesús A. D. es el presunto autor de la muerte -consideran que Trinidad P. G. pudo morir de forma accidental en una caída tras un forcejeo o un empujón-. La hipótesis de trabajo de la UDEV es que el padre, presuntamente, trató de encubrir el hecho. Pero, ¿qué llevó a la Policía a arrestarlos? Básicamente, las "contradicciones" en las que, al parecer, han incurrido en los últimos tres meses, un periodo en el que ambos han sido interrogados en varias ocasiones. Los agentes comprobaron sus coartadas, reconstruyeron sus pasos y repasaron una y otra vez las llamadas que realizaron antes y después de los hechos. Con ese minucioso trabajo, pusieron sobre la mesa varias "contradicciones" cometidas por padre e hijo.
A la Policía no le terminaba de encajar un dato. Hace referencia a los motivos por los que Pablo A. P. se presentó en casa de su madre -fue el que encontró el cadáver-. Ese día, había una celebración familiar y uno de sus hermanos se había ofrecido para recoger a la anciana alrededor de las seis y media de la tarde. Sin embargo, Pablo A. P. acudió una hora antes a la vivienda de la calle Jacinto Higueras, según él mismo declaró.
La pregunta clave es por qué fue: El arrestado respondió que había telefoneado en repetidas ocasiones a su progenitora y que no obtuvo respuesta, lo que le preocupó enormemente. Por eso, se presentó en la casa. Sin embargo, la Policía ha comprobado los registros telefónicos y no existe constancia de que se realizaran las llamadas a las que hace referencia. También sorprendió a los investigadores la hora en la que el hombre avisó al 112 para avisar del hallazgo del cadáver: fue a las seis y cinco de la tarde, es decir, casi 35 minutos después de que, según su propia versión, se personara en la vivienda de su madre. ¿Por qué hay ese desfase?
Para el juez, las contradicciones no demuestran nada y, por eso, decretó la puesta en libertad de padre e hijo. Técnicamente, ambos continúan imputados. La investigación sigue en punto muerto, a la espera de que los laboratorios de la Policía Científica envíen los resultados de las pruebas biológicas que todavía están pendientes. Es lo última esperanza de arrojar algo de luz en este complicado caso.