El juego “online” genera cada vez más enfermos de ludopatía
No es solo un juego. La ludopatía puede convertirse en el mayor condicionante de una vida que, aparentemente, comenzó por un mero entretenimiento. La Dirección General de Ordenación del Juego detalló que, en 2011, fueron 24.822 los millones de euros jugados de forma presencial —loterías, quinielas, máquinas de tragaperras o bingos, entre otros métodos—, cifras que disminuyeron hasta los 23.259 y 22.469 millones en 2012 y 2013, respectivamente. Lejos de que este descenso suponga un punto positivo, supone el engorde de otro modo, el “online”, que dispensaron 5.600 (2013) y 6.564 millones (2014) de euros a través de póquer, apuestas o concursos en internet.
Los “jugadores” han encontrado vías más cómodas, desde casa, sin más herramientas que un ordenador y una tarjeta de crédito. Los usuarios aumentaron en un 50% en dos años, desde los 1.010.086 registros “online”, en 2012, hasta los 1.571.018 en el año pasado. Es una tendencia al alza.
En la provincia de Jaén existen dos centros que reúnen los requisitos exigidos por la Junta para atender a pacientes que padecen esta enfermedad. En Linares se encuentra Aplijer, que desde 1991 ofrece prevención y ayuda a personas fundamentalmente de la Comarca Norte, mientras que en la capital es Alujer la que trata a dichas personas, también con más de dos décadas de experiencia. Atienden, entre ambas, a 332 personas con patologías que incluyen desde juegos de azar y adicciones al teléfono móvil hasta compras compulsivas (oniomanía) o videojuegos. Llama la atención que la inmensa mayoría de los individuos que reciben tratamiento son hombres, mientras que las mujeres tienen menos presencia. Desde Aplijer aseguran que la mujer jugadora “continúa estigmatizada y es necesario que la información llegue a ella, para que aparque sus temores y pida asesoramiento y así evitar que sufra esta adicción en silencio, por la vergüenza y el miedo al qué dirán”.
Fernando Sánchez, presidente de Alujer, cuenta que la adicción puede aparecer en cualquier plataforma, como el caso de un chico de 15 años que gastó 500 euros en dos meses “para comprar ‘vidas’ en una aplicación del teléfono”. “Al final todo caso trata de superar un logro. Hay personas que no juegan por dinero, sino por estar por encima de otra persona. Intentar ser el mejor”, cuenta.
“No encuentras saciedad. Llega un momento en el que no mandas en ti y eso provoca que haya mentiras. No te das cuenta hasta que llegas a robar para mantener el juego. Es una afección complicada y dañina. Por ejemplo, si tú bebes, tu cuerpo dice ‘basta’ por una cirrosis; en esta, mientras tengas dinero no sabes parar”, prosigue Sánchez, que también fue adicto. El presidente informa de que el 70 u 80% de los pacientes terminan su tratamiento, pero que le gustaría que la asociación desapareciera: “Ello supondría que no hacemos falta”.
En Aplijer aseveran que muchos pacientes, en un principio, niegan su enfermedad y solo acuden a ellos cuando “no pueden ocultarlo porque se sienten acorralados o no tienen dinero para comer”. Dicen que es difícil de detectar “por su carácter no tóxico” y que normalmente visitan el centro acompañados de su pareja o familiares, ya que son los primeros afectados por las consecuencias. “El tener tiempo libre ayuda a que se fomente. Por ejemplo, en los casinos te invitan a la primera copa. Es la suma de muchos factores que hacen caer”, explican.
Los “jugadores” han encontrado vías más cómodas, desde casa, sin más herramientas que un ordenador y una tarjeta de crédito. Los usuarios aumentaron en un 50% en dos años, desde los 1.010.086 registros “online”, en 2012, hasta los 1.571.018 en el año pasado. Es una tendencia al alza.
En la provincia de Jaén existen dos centros que reúnen los requisitos exigidos por la Junta para atender a pacientes que padecen esta enfermedad. En Linares se encuentra Aplijer, que desde 1991 ofrece prevención y ayuda a personas fundamentalmente de la Comarca Norte, mientras que en la capital es Alujer la que trata a dichas personas, también con más de dos décadas de experiencia. Atienden, entre ambas, a 332 personas con patologías que incluyen desde juegos de azar y adicciones al teléfono móvil hasta compras compulsivas (oniomanía) o videojuegos. Llama la atención que la inmensa mayoría de los individuos que reciben tratamiento son hombres, mientras que las mujeres tienen menos presencia. Desde Aplijer aseguran que la mujer jugadora “continúa estigmatizada y es necesario que la información llegue a ella, para que aparque sus temores y pida asesoramiento y así evitar que sufra esta adicción en silencio, por la vergüenza y el miedo al qué dirán”.
Fernando Sánchez, presidente de Alujer, cuenta que la adicción puede aparecer en cualquier plataforma, como el caso de un chico de 15 años que gastó 500 euros en dos meses “para comprar ‘vidas’ en una aplicación del teléfono”. “Al final todo caso trata de superar un logro. Hay personas que no juegan por dinero, sino por estar por encima de otra persona. Intentar ser el mejor”, cuenta.
“No encuentras saciedad. Llega un momento en el que no mandas en ti y eso provoca que haya mentiras. No te das cuenta hasta que llegas a robar para mantener el juego. Es una afección complicada y dañina. Por ejemplo, si tú bebes, tu cuerpo dice ‘basta’ por una cirrosis; en esta, mientras tengas dinero no sabes parar”, prosigue Sánchez, que también fue adicto. El presidente informa de que el 70 u 80% de los pacientes terminan su tratamiento, pero que le gustaría que la asociación desapareciera: “Ello supondría que no hacemos falta”.
En Aplijer aseveran que muchos pacientes, en un principio, niegan su enfermedad y solo acuden a ellos cuando “no pueden ocultarlo porque se sienten acorralados o no tienen dinero para comer”. Dicen que es difícil de detectar “por su carácter no tóxico” y que normalmente visitan el centro acompañados de su pareja o familiares, ya que son los primeros afectados por las consecuencias. “El tener tiempo libre ayuda a que se fomente. Por ejemplo, en los casinos te invitan a la primera copa. Es la suma de muchos factores que hacen caer”, explican.
