El jardinero del Puente Tablas

A Javier Martín Ortiz todos le conocen como el jardinero del Puente Tablas, aunque Javi sólo es el jardinero de los apartamentos. Pero es igual, él está dispuesto para atender a cualquiera que le pida un consejo o que le eche una mano en los temas de los que es un excelente profesional. Y en aquella urbanización si algo hay en abundancia es precisamente árboles, plantas y flores. Así que no le falta tarea. Pero no tanta que no le permita hacer su parada en el Ventorrillo de Julio, donde tiene una muy agradable tertulia con grandes amigos, como Antonio, el psicólogo; Miguel, mi yerno; Antonio el de los caballos; Juan, el ex municipal que sabe de todo lo que sea historia y arte; Juli, otro entendido en esto de las labores agrícolas, Fernando, Carlos, Paco, Jose y un buen grupo de buena gente, eso sí, a la que le cuesta trabajo entenderse entre sí porque compiten en ver quien tiene la voz más fuerte. Normalmente, la palma se la lleva Javi. Yo le digo que si fuera político su partido se ahorraría un capital en gastos de megafonía en los mítines. El no la necesita para que su conversación se escuche a los cuatro vientos. Pero Javi no es político ni quiere. Le basta con su oficio, que es para él una pasión, con su familia y sus amigos. ¿Para qué quiere más? Confieso que cuando la miastenia se me agudizó y me impedía no ya hablar alto sino tan siquiera articular una palabra, lo pasé muy mal porque no había forma de entrar en la conversación de esa peculiar tertulia, en la que para poder tomar la palabra tienes que pedir cita como si de la consulta del médico se tratara. Pero escucharles también merece la pena; se aprende, sobre todo sobre la madre naturaleza. Nunca había reparado en la belleza de la naturaleza hasta que oí hablar a estos amigos, sobre todo a Javi. Tanto que ahora me gusta asomarme a mi patio y contemplar cómo nacen y crecen las flores. Los geranios, los lirios, las margaritas, el jazmín y hasta la buganvilla, una planta que hasta ahora yo no sabía ni que existía. Francamente es una tertulia envidiable en la que no se puede decir que no se oye una voz más alta que otra, porque todos gritan, pero reina la amistad, el respeto, la campechanía, el buen rollo propio de una entrañable vecindad, una virtud que en los tiempos modernos se va perdiendo.

 

CHASCARRILLO

Entre jardineros
—¡Qué vida más perra! ¿Tú no te cansas de estar todo el día podando? —No seas así, hombre. Lo mejor de la vida es tratar de ser felices mientras “podamos”.

18 mar 2014 / 23:00 H.