El intérprete y don Mariano

Pertenezco a la generación de los hijos de la decepción. Todos aquellos esfuerzos por los que algunos apostamos: el fervor en la lucha por las libertades públicas y privadas ha desaparecido.

    15 oct 2014 / 08:47 H.

    Creo cada vez menos en más cosas”. Caballero Bonald, a sus 88 años, interpreta y define en tres líneas el momento que vivimos, el estado de desajuste social al que hemos llegado. “Muera la inteligencia, viva el silencio”, parece la respuesta estratégica del silente don Mariano. Debiera ejercer de intérprete, de comunicador con la ciudadanía toda: aprenderse los papeles, hablar con micro inalámbrico, a lo Renzi, ser algo más que un leguleyo petrificado. No debo exigir demasiado a quien, por decisión democrática de los españoles, recibe el sueldo de presidente. No pido que asombre al público, como hará pasado mañana el camaleónico Asier Etxeandía (“El intérprete”) sobre el escenario cazorleño de la Merced. Menos aún pretendo que se retrate, tal cual hizo el genial actor: sin más cobertura que el Cristo de Velázquez sobre los genitales. ¡Don Mariano es persona de orden! Pero sí podría ir al cine de vez en cuando, helarse de risa en la disparatada y esperpéntica “Murieron por encima de sus posibilidades”, retrato berlanguiano de nuestros males, ¡ay! O mejor, pasarse a finales de septiembre por San Sebastián, donde se han oficiado los funerales por el cine español, al que la cuadrilla pepera intenta rematar,  despiadadamente, con Wert como puntillero. Claro que tan egregia presencia en Donosti hubiera desatado la furia de cómicos, técnicos y productores, al borde ya del hambre y la insolvencia. El pequeño, grandioso Javier Gutiérrez (enorme en “La isla  mínima”) denunció “el maltrato al cine por parte de Rajoy” por carta, recibiendo la ovación unánime del respetable. Javier, como Asier, Alberto Sanjuán, Aitana Sánchez o Cayetana Guillén, acabarán representando un féretro de palabras para un presidente intérprete de la nada, el tedio, el guiño inseguro y la mentira por sistema. El espectáculo acabaría en alto, con frase de Don Mariano, bajo un cañón fulgurante de blanca luz: “Yo llegué a la política comido… Soy Registrador de la Propiedad. Tengo mi vida resuelta, afortunadamente”. Telón.