El “insomnio tecnológico” es una realidad en los jóvenes

Las nuevas tecnologías traen consigo, además de avances, distintas afecciones “invisibles” que no por habituales son menos nocivas. Una de ellas es el “insomnio tecnológico”, denominación con la que se conoce al hábito de utilizar dispositivos —teléfonos móviles, ordenadores o tabletas, por ejemplo— en un intervalo de tiempo menor a una hora antes de ir a dormir. Los adolescentes, principalmente, son la parcela visible de esta patología, que no está recogida clínicamente, pero es ya una tendencia en los últimos años.

15 jun 2015 / 09:26 H.

Juan Carlos Casas, que cursa primero de Bachillerato en la rama científica y tecnológica, admite que la mayoría de sus amigos, “con toda seguridad”, utilizan su teléfono móvil treinta minutos antes de acostarse. Las consecuencias de esta falta de horas de sueño puede repercutir en el rendimiento académico de los jóvenes y las consiguientes distracciones: “Si estás con un dispositivo mientras estudias, el tiempo se hace más ameno, pero no aprendes, ya que solo copias y cada diez minutos consultas tus redes sociales. Diría que la mayoría de los de mi generación se distrae”.
Las efectos de estos hábitos preocupan. “Este mal provoca un déficit de rendimiento, aumentan los abandonos escolares y crecen los problemas familiares”, asegura el neurofisiólogo José Eduardo Ortega Morente. En su consulta de la capital recibe inquietudes por parte de padres debido a las alteraciones en el sueño de sus hijos: “Hay personas que tienen predisposición al insomnio y este problema lo empeora. Hay que reeducar los hábitos para que se reduzcan. La ausencia de tecnologías produce inseguridad y ansiedad en los jóvenes, que acaban por limitarse en otras tareas, como las unidas con la creatividad y cultura”.
El doctor señala que los padres deben ser los responsables de tomar medidas. “Lo más simple es desconectar el ‘router’ por la noche para evitarlo o racionalizar su uso. En el caso de los adolescentes, que pueden burlar esta restricción, habría que tenerlos educados desde pequeños. También es apropiado que desde el colegio se expongan los peligros de ello”, continúa Ortega. Asevera que está demostrado que la falta de sueño crónica provoca un déficit de atención y en la consolidación de memoria.
La explicación científica reside en la hormona de la melatonina, que actúa como un reloj biológico, y regula cuánto tiempo tarda una persona en dormir. La luminiscencia de los aparatos la reduce y aumenta la latencia del sueño. Cuanta menos melatonina tiene un individuo, menos tendencia a dormir experimenta.