El huésped que aún vive en el Hostal La Española
Andrés Mesa López, de cincuenta y cuatro años, vive en un hostal. No es la primera persona que fija su domicilio en un alojamiento. El escritor y periodista televisivo Jaime Bayly lo hizo en Chile y Colombia; Samuel Eto´o, futbolista africano, empezó su etapa en Italia en un lujoso hotel de Milán, por citar ejemplos. Estos últimos comparten una característica que los separa de la historia de Mesa: ambos tienen solvencia económica. El jiennense, por su parte, reside en La Española desde comienzos de los años 80 merced a poco más de doscientos cuarenta euros mensuales. Es el subsidio que recibe por un problema en el estómago. “Un cáncer bueno”, dice él.

Eva Vilches, propietaria de La Española, habla de Mesa como uno más de la familia. “Me hace compañía”, explica la anciana. Hay respeto y cariño entre ambos. Antes de que el establecimiento cerrase su puertas a los turistas, Mesa ayudaba a la mujer en las tareas propias del alojamiento. Vilches está más tranquila con su presencia: tiene un auxilio a mano en caso de enfermedad.
Asegurada una habitación para dormir, el último huésped de La Española debe buscarse la vida en horario de luz. “Por las mañanas estoy en la calle. Me dedico a hacer cuatro mandados”, cuenta él en un tono muy tranquilo. Entre sus principales ocupaciones está ayudar a una persona con problemas de movilidad. Lo hace un par de horas al día, de lunes a jueves, “si no hay inconvenientes”. Supone, subsidio aparte, su principal fuente de ingresos desde hace una década. No es tanto un asistente doméstico, sino que se encarga de trasladar a su “amigo” a donde él le pida. Otra ocupación que reporta beneficios a Andrés Mesa es hacer recados a una farmacia. “Me dan unos diez o quince euros a la semana”, apunta él. ¿Cuánto capital maneja al mes? “La verdad es que no lo sé. Creo que no llegará a quinientos. La mitad es para la pensión”, resuelve el que fuera empleado de limpieza de Fomento de Construcciones y Contratas. Entonces, antes de que apareciese el tumor en el estómago, rondaba los mil euros mensuales trabajando, en ocasiones, sábados y domingos. También repartió bombonas.
La austeridad no es elegida; sí el sentido común. “Cuando no tengo para comprar tres paquetes de tabaco, me conformo con uno o con ninguno. Me pasa igual, por ejemplo, con los zapatos. Si no se puede, no se puede”, analiza. Mesa colabora con el Jaén Paraíso Interior Fútbol Sala: limpia la pista en los descansos y desplaza las porterías cuando es preciso. El club responde con un asiento reservado; la grada vitorea el nombre del interino perenne de La Española, y él disfruta con su pasión futbolera. Igual que con la Semana Santa.
“El patio de La Española es cuna de la alegría, y vienen los forasteros a verlo de noche y de día”, recita de memoria Eva Vilches, sentada en una silla y envuelta en una bata naranja, delante de su único inquilino.