El hilo de Ibáñez

Hace bastantes años, un conocido de Mengíbar vino a pedirme que corrigiera un poema que había 'escrito del tirón' para enviárselo a quien luego sería su compañera. Antes de leerlo, pensé en remitirlo a Manuel Urbano, que ya tenía publicada una antología consultada de la poesía andaluza, pero una vez leído, aprecié que el poema no necesitaba corrección alguna, lo había copiado 'del tirón' de Lope de Vega.

    05 oct 2012 / 16:38 H.

    No soy experto en poesía, en aquel entonces aquella era la única de la que podía identificar al autor, salvo las más famosas de Lorca y las de Machado popularizadas por Serrat en un disco que, como las restantes del catalán, fue retirado de las emisoras de radio públicas cuando rechazó representar a España en el Festival de Eurovisión. Entonces, años de la transición política, fue descubierta la patraña de un diputado de UCD por la provincia de Jaén que firmaba artículos en la prensa local. Nunca se hizo pública, ni recuerdo su nombre ni daré datos que sirvan para identificar al viejecito que supongo sigue viviendo en su pueblo natal. El parlamentario leía en Madrid periódicos cántabros y gallegos, tan lejos de Jaén, y elegía alguno de los escritos por compañeros de partido, lo mecanografiaba tal cual y, una vez puesta su firma, los remitía al periódico para que lo publicasen. La razón para recuperar estas anécdotas proviene de la curiosidad que despierta el mecanismo de la memoria. Hace unas fechas, supe de la exposición en Cádiz de la obra de Alfonso Ibáñez, y me apenó que no fuera en verano, estación en la que visito varias veces la ciudad más acogedora de Europa. Tomo el barco público en Rota y, desde el puerto gaditano, imagino que sigo los pasos de Hércules, Aníbal, Julio César, Goya o Corín Tellado, la escritora más leída en español después de Cervantes; también los de Posidonio y Pomponio Mela, pero ya no volveré hasta Navidad. Un amigo al que comenté el deseo de escribir sobre la obra de Ibáñez colgada en Cádiz, me respondió que lo tenía fácil y, considerándose original, dijo que recogiera los comentarios publicados en la prensa gaditana e hiciera una “ensaladilla” literaria en la que el autor quedase como los ángeles de Murillo, precisamente muerto en Cádiz por resistir un apretón cuando pintaba un fresco en el techo de una iglesia: se cayó del andamio. Rechacé la oferta, pero no solo por ética personal y profesional, sino porque siendo Alfonso Ibáñez un artista, pintor y músico, es sobre todo una persona honesta a la que no habría gustado semejante faena. Luego, ligado a esta cuestión, empecé a engarzar con el hilo de la memoria las anécdotas referidas hasta llegar a la conclusión de que Manuel Urbano debe ser el columnista más veterano y constante del periódico JAEN y, por esa y otras razones, merecería algún tipo de reconocimiento jaenero.

    J. J. Fernández Trevijano es periodista