31 mar 2014 / 22:00 H.
Desde Jaén. Quienes tuvimos la “gran” suerte de vivir el cambio producido en España en 1976, como fue el de pasar de una dictadura franquista a una democracia sin que se derramara ni una sola gota de sangre y sobre todo con la legalización de todos los partidos políticos, hoy doy fe de ello y lo hago con el más absoluto respeto hacia una persona: Adolfo Suárez González, primer presidente de Gobierno de la Democracia. Su Majestad el Rey de España y por la amistad que le une con Adolfo Suárez, le ofrece la gran tarea de unificar a las dos Españas, ambas rotas tras la guerra civil española de 1936. Pero antes de este ofrecimiento y estando el Rey con Adolfo Suárez, le pregunta, ¿Adolfo que escribes? y Adolfo le contesta: “lo que haría si yo fuera presidente de Gobierno”, dicho esto, el Rey cogió el papel y se lo guardo. Ni que decir tiene que ese “papel” que el Rey guardó con sigilo posiblemente fue la clave imperativa por la cual Adolfo Suárez hizo de un país roto por los cuatro “costados” un estado democrático y representativo a nivel europeo. ¿Quién se hubiera atrevido a instaurar una democracia después de la muerte de Franco?, de no ser Adolfo Suárez, nadie, quienes les han precedido en el cargo sólo se han dedicado a vociferar entre ellos y a dedicarse el mayor de los amores y desamores, empezó a llegar la corrupción, y a llevarse todo cuanto estaba a su alcance, se enriquecieron con el dinero de los españoles, etcétera, pero al final de las “peleas” terminaban diciéndose “y tú más”. Para mí, uno de los logros de Adolfo Suárez fue el no pensar que antes había sido Secretario General del Movimiento con Franco, ni tampoco del afecto mutuo que se tenían Carrero Blanco y él, por ello supo darle a España lo que en esos momentos necesitaba: reconciliación y paz entre los españoles. Adolfo Suárez vivía por y para su país, no olvidemos que fue un hombre dialogante y por encima de todo más persona que político, algunos políticos quizás no supieron entenderlo y siempre sacaban a coalición la legalización del Partido Comunista, pues sí, había que legalizarlo por encima de todo, gustara a quien gustara. No fue tarea fácil ser presidente de Gobierno en 1976, ni mucho menos. El partido formado por Adolfo Suárez comenzó su andadura, con políticos que salieron de la primera “horná” de la democracia y con la tarea de trabajar por su país y al mismo tiempo el de ir contentando a los ciudadanos que tanta confianza habían depositado en ellos y que no podían defraudarlos, pero como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos. Pasados unos años, los mismo que lo pusieron en lo más alto comenzaron a darle la espalda, ya no gustaba su forma de gobernar, el gran poder del capitalismo ya no lo quería como antes y todo porque se estaban realizando demasiadas concesiones a las Comunidades Autónomas, para los políticos su poder de gobernar estaba llegando a su fin, pero lo que consiguieron es que Adolfo Suárez una vez más y haciendo gala de su talante y elegancia se dirigiera al Rey para decirle: “Majestad, le presento mi dimisión y que sean otros lo que cojan las riendas del país”. Pero lo que no sabíamos los españoles es lo que la vida nos tenía reservado, ni más, ni menos que el intento de golpe de estado aquel fatídico 23 de febrero de 1981, día en que Leopoldo Calvo Sotelo juraba como presidente de Gobierno, ese día haciendo una vez más muestra de su aplomo y junto con Gutiérrez Melado, ambos se enfrentan a la Guardia Civil con Tejero al mando en el Congreso de los Diputados, mientras el resto de los diputados se habían encargado de resguardarse bajo los sillones, los dejaron solos ante el peligro, por ello soy de los que piensan que el 23 de febrero de 1981, en España se comenzó una nueva era política distinta a la que habíamos vivido cinco años antes y hasta ahora la historia nos demuestra que de aquellas palabras que con tanta fe pronunciara Adolfo Suárez de “puedo prometer y prometo”, los políticos gobernantes desde entonces lo único que prometen es, miseria, hambre, corrupción, vandalismo, mentiras, paro, etcétera, que gran legado nos deja Adolfo Suárez y que para mí no es otro que el ver como los jóvenes en su despedida y que no tuvieron la oportunidad de conocer a quien cambió los destinos de España, lo despedían elogiándolo por haber sido la persona que puso los cimientos para que ellos tuvieran un porvenir ya labrado, los elogios de los políticos llegan tarde tras once años sin acodarse de que estaba enfermo. Hasta siempre presidente.