21 ene 2009 / 23:00 H.
Una nueva inyección de oxígeno monetario para amortiguar los efectos de la crisis financiera. El Gobierno español puso ayer a subasta 4.000 millones de euros, una cifra importante que los bancos hubiesen querido que hubiese sido de 7.000 millones, pero han de conformarse, que no es poco, con tres mil menos. No es la primera vez que el Gobierno acude al rescate de los bancos, que atraviesan por una situación complicada, al igual que en el resto del mundo. Sí hay una circunstancia nueva, y es la exigencia cada vez más vehemente de la sociedad que clama contra las entidades bancarias porque ese dinero no lo están poniendo en circulación para que llegue a las pequeñas y medianas empresas primero y a los ciudadanos en segundo lugar. Los créditos se han parado, aunque no quieran reconocerlo, y la economía se resiente amargamente, algunas veces en forma de despidos y expedientes de regulación de empleo. Es más, la propia Unión Europea lanza sin ambages los primeros mensajes a la banca para exigirle que colabore con la economía real, la que sustenta los sistemas de producción, y no frustre la salida de la crisis que se tercia lejana pese a todo. Es una necesidad imperiosa que bancos y cajas de ahorro reactiven la concesión de créditos y así lo expresaron los veintisiete ministros de finanzas de la Europa comunitaria. Y no hay una explicación lógica que entienda el ciudadano de a pie. Cierto que la situación de caída libre en la que se sumieron algunas entidades por el efecto dominó del fracaso del sistema capitalista americano y sus “hipotecas basura” ha alterado la situación originaria y ahora nadie parece fiarse de nadie. Aún así, si el dinero que los Gobiernos español en el caso que nos ocupa y europeo en otros países de la zona euro han puesto en circulación para ayudar a los bancos entra pero no sale al ciudadano y las empresas, mal negocio estamos haciendo.