24 jun 2015 / 14:48 H.
El gazpacho de la nada discurrente, más bien, repelente política, o sea, que tiene tomate más pepino la cuestión, se está convirtiendo en el juego de la oca. Vencedores y vencidos cogen sus fichas, con fullerías incluidas, en este ingenioso juego infantil. De puente a puente. No sigue la corriente porque las aguas aznalcolleras bajan turbias y otros ríos niegan el agua a quien tienen sed y quieren lavarse los pinreles más las sobaqueras, como cada quisque. Ha caído en la cárcel, pero como tiene pasta para quemar una vaca, se pasea como Mateo por su casa. Tranquilos. Aquí no pasa nada por muchos millones que se lleven a Suiza o guarden en el colchón de farfolla para tenerlos limpios de polvo. Ese es más ladrón que el otro. Gana por los pelos las elecciones, pero cambia cromos. Y muerto el perro, se acabó la rabia. Él prometió que si ganaba las elecciones, compraría gafas para los miopes de la inteligencia. Si no la invisten, llorará como una Magdalena y eso está muy mal visto por los ojos sensibles al decoro, la razón y la moral. La política, si no cambia, pronto será una forma de gobernar que no interesará a los pacientes desgobernados