23 abr 2014 / 22:00 H.
Desde JAÉN. Una vez más, se evidencia que la guerra supone un enorme fracaso para solucionar los asuntos internos en un país. Tres años después del inicio del conflicto armado en Siria, la situación no ha mejorado. Probablemente este drama no se hubiera iniciado sin la colaboración teórica y práctica de otros países occidentales cuya participación mantiene vivos los conflictos, porque erróneamente depositaron su esperanza en la primavera árabe, que empezó con manifestaciones y revueltas y acabaron convirtiéndose en una guerra abierta, que por ahora ha dejado unos 146 mil muertos y un País en ruina. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) más de 9,3 millones de personas están en situación de “necesidad urgente” de asistencia humanitaria y otros 2,5 millones de sirios han tenido que huir de sus hogares para refugiarse en países vecinos.