El fin del mundo y tal

Nada, que por lo visto se nos acaba el chollo. Que, en fin, que se termina el mundo, o al menos eso predijeron los mayas (que sabían de esto un rato largo) hace unos cuantos siglos; pero resulta que la cosa caduca en estos días, o sea que llega al vencimiento el último plazo de la hipoteca y tal, y debe de ser que no hemos pagado el mundo por completo,

    13 dic 2012 / 17:19 H.

    (qué mala cabeza la nuestra, quien nos manda meternos en un planeta tan céntrico y amueblado con lo mal que está todo). Y eso; que seguramente los que mandan nos apremian, por no se sabe bien qué cantidad (como nunca leemos la letra pequeña), y que nos tenemos que largar de este planeta, y a ver en dónde nos metemos ahora, que somos una familia tirando a numerosa, la humanidad. Y en los tiempos que corren, chollos no quedan; que cualquier planetilla de segunda cuesta un pastón alquilarlo y que tampoco tenemos buena prensa los seres humanos, y en según qué barrios y qué galaxias no nos quieren ver ni en pintura. Y en fin, a lo mejor la cosa no va a más y tan solo se trata de una profecía alarmista o que nos quieren dar un sustillo las autoridades que mueven el cotarro para ver si nos ponemos las pilas y producimos más y nos quejamos menos, que pa eso nos han traído al mundo los dioses o la naturaleza o el FMI y el Deutsche Bank o quien sea que mueva los hilos de todo esto. El caso es que tenemos el planeta entero hecho un desastre con la prima de riesgo en la estratosfera y una deuda que es un agujero negro que absorbe todos nuestros esfuerzos por liberarnos, y esto es un caos cósmico. Y en esas estábamos, sin saber si nos iban a intervenir las potencias alienígenas (se especulaba con una intervención en plan invasión de los ultracuerpos, pa ver si convirtiéndonos en individuos insensibles enfocados únicamente hacia la producción y el consumo la cosa adquiría mejor cariz; o también estaba el plan serie B: la clásica intervención en nuestro planeta de los hombres de negro que se lían a recortar con rayos laser a todo bicho viviente hasta que las cuentas cuadren). Y así estaban las cosas que no sabíamos de dónde nos iban a venir las intervenciones, las invasiones y los recortes, cuando ahora parece que lo que se nos viene encima es el fin del mundo, o sea el desahucio, o sea el apocalipsis doméstico, porque quieras o no, aunque te alberguen en algún satélite familiar o en cualquier meteorito hospitalario, como en el planeta de uno no se está en ningún lao y si entregando las llaves del mundo fuera suficiente… todavía… pero lo más seguro es que nos exijan, además, seguir pagando intereses… total… ¡el acabose!

    Tomás Afán es dramaturgo