27 may 2014 / 22:00 H.
La desilusión ante el informe demoledor del Comité Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), que aconsejaba la no inclusión de la Catedral de Jaén en el listado de Patrimonio de la Humanidad, lleva ahora a la ciudadanía a cuestionarse muchas de las cosas que, importantes o no, empañan el entorno de un monumento único en sus características. Aunque es cierto que el dictamen no es vinculante no lo es menos que de llegar hasta la ciudad catarí de Doha y no ser refrendada por la Unesco, la Catedral de Jaén no podría comenzar un nuevo expediente de inclusión. En este punto, el Ayuntamiento de Jaén tiene la última palabra para continuar o no con el expediente, aunque el alcalde se reunirá con los responsables del Obispado y sus homólogos de Úbeda y Baeza para tomar una decisión “conjunta”. En cualquier caso, el expediente de la Catedral de Jaén debe ser defendido en exclusiva por España y si a ese mal informe se suma la candidatura de Burgos, mal asunto. La pretendida unidad política en la acción por conseguir el refrendo de la Unesco debería acompañarse de un proyecto relevante que mejorara todo el entorno de la Catedral. Unos lugares que por sí solos merecerían mejor trato, pero que al estar ligados al monumento de referencia de la capital deberían tener una atención privilegiada. No es el caso y tras el fiasco inicial, la ciudadanía se pregunta cómo valorarán fuera un entorno devaluado, mal cuidado y, en ocasiones, hasta sucio. Dado que parece evidente la retirada de la candidatura, trabajen los organismos implicados en un proyecto a largo plazo para presentar la mejor opción posible. De improvisación y de la guerra cada uno por su lado ya estamos servidos.