El empoderamiento como mecanismo para el cambio
Gloria Pastor Izquierdo desde JAÉN. La pasada sesión de la Comisión sobre Desarrollo Social del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (Ecosoc), concretamente en la 51 sesión, celebrada en Nueva York del 6 al 15 de febrero de 2013, tuvo como tema prioritario 'Promover la autonomía de las personas para lograr la erradicación de la pobreza, la integración social y el pleno empleo y el trabajo decente para todos'.
La Comunidad Internacional Bahá’í, como contribución, para tratar de ayudar a la Comisión en el examen de este tema tan importante, presentó un documento con unas reflexiones sobre los objetivos, protagonistas, y los requisitos previos para el empoderamiento tanto individual como colectivo. Pero ¿Qué es “el empoderamiento”? El concepto de “empoderamiento” se ha convertido en parte integral del pensamiento de desarrollo social. Este término se puede concebir como la expansión de la visión, la capacidad y la voluntad necesaria para que las personas actúen como agentes eficaces para el bienestar humano y la prosperidad. En este sentido, la visión bahá’í del proceso de transformación social se puede explorar tanto a nivel personal como estructural. En un extremo del espectro, el cambio social es visto como un resultado del desarrollo de las personas, logrado a través de la educación, la formación, el acceso a los recursos materiales, y similares. De acuerdo con este punto de vista, el cambio estructural se supone que es un resultado automático de cambio personal. Lamentablemente, esto rara vez lleva a cabo en la práctica, ya que incluso aquellos que se benefician de estos recursos se encuentran participando en las estructuras sociales opresivas. En el otro extremo del espectro, el ser humano se considera enteramente como un producto de la sociedad, y el cambio se considera imposible a menos que las estructuras sociales, principalmente las relacionadas con la política, se cambien primero. Sin embargo, con demasiada frecuencia, este enfoque ha apoyado la idea de que el fin justifica los medios y que ha dado lugar a condiciones de injusticia y opresión. El aumento de la capacidad de los individuos y las comunidades para construir estructuras sociales más justas y equitativas requiere una concepción del desarrollo social que evite estos extremos. Transformación individual y estructural están íntimamente relacionadas: las formas internas del individuo afectan a su vida, su entorno social y al medio ambiente, que, a su vez, ejerce una profunda influencia en su propia espiritualidad y bienestar psicológico. ¿Quiénes son los actores principales en los procesos de transformación social? La experiencia indica que son tres y de vital importancia: el individuo, las instituciones de la sociedad y la comunidad. En este sentido, el empoderamiento puede decirse que implica: ayudar a las personas a manifestar las capacidades constructivas de forma creativa y disciplinada, instituciones que ejerzan funciones de autoridad de una manera que conduzca al progreso y la elevación de todos, y comunidades que proporcionen un entorno en el que las voluntades individuales y capacidades se combinan en una acción colectiva.