El Ejército de Brasil ocupa la mayor favela de Río de Janeiro

Cientos de policías y soldados, apoyados por helicópteros, ocuparon ayer la mayor favela —barriada de chabolas— de Río de Janeiro, en el primer gran paso tomado por la ciudad brasileña para mejorar la seguridad y controlar el narcotráfico.

    14 nov 2011 / 10:11 H.

    La ocupación de Rocinha, una famosa favela situada sobre una colina que da hacia las áreas más elegantes de Río, está considerada por las autoridades como una parte crucial de los preparativos de la ciudad para ser sede del Mundial de fútbol en 2014 y de los Juegos Olímpicos dos años después. Las fuerzas de seguridad brasileñas han ocupado dieciocho favelas en los últimos tres años, pero ninguna de ellas tan grande como la estratégica Rocinha, localizada a lo largo de un estrecho punto de tráfico entre el centro de la ciudad y las zonas del oeste, donde se llevarán a cabo buena parte de los eventos olímpicos.
    Soldados y policías no hallaron resistencia de pandillas de narcos en la invasión realizada durante la madrugada en Rocinha y la favela cercana de Vidigal. La ocupación fue un importante evento mediático, dado que las autoridades habían anunciado sus planes con días de antelación, dando tiempo para huir a miembros de pandillas.
    Después de años de vivir atemorizados por miembros de las bandas y ante las tácticas de la policía a menudo violentas, los residentes veían ayer con cautela su nueva realidad. “Tengo esperanza, pero ellos tienen que hacer mucho más. La comunidad necesita salud, educación y otros servicios sociales para seguir con esto”, dijo Wilson Aracanju, un pastor protestante de cincuenta y un años que vio cómo se desarrollaba la ocupación desde su iglesia. Según el canal de noticias por cable Globo News, sólo una persona fue detenida durante la operación y no hubo que lamentar víctimas. Se cree que la favela Rocinha, hogar de cerca de cien mil personas y cercana a una de las zonas más exclusivas de Río y las mejoras playas, es el principal punto de distribución de droga en la ciudad, la segunda de Brasil. Redacción/Río de Janeiro