El ejercicio de la libertad de expresión, en tela de juicio

El presidente del Real Jaén se equivoca. En el fondo y, especialmente, en las formas. Carlos Sánchez ha dado muestras esta semana de lo que nunca una persona con responsabilidad pública debería dar. De crispación y desesperación ante las adversidades. Ese no es el planteamiento lógico y racional que ayuda a solventar los problemas, máxime cuando se arremete contra personas que, si hicieron críticas, fueron constructivas y en el libre ejercicio de su profesión, nunca ataques personales contra nadie. Estamos hablando de libertad de expresión, de un derecho que existe y hay que ejercerlo. Así está, recogido expresamente en la Constitución, en ese tantas veces vilipendiado artículo 20, que ahora también el presidente del Real Jaén ha dado muestras de no respetar lo más mínimo en sus desafortunadas, por usar un calificativo cortés, declaraciones del pasado lunes. Se olvida de una cuestión importante: Las instituciones están por encima de las personas, porque cuando dejen el cargo, estas seguirán ahí, siempre. Una máxima que hay que asumir y entender. Si no es así, la responsabilidad quizá pese más de lo que debiera y habría, en todo caso, que plantearse nuevas soluciones ante retos exigentes.
El tiempo acaba por poner todo y a todos en su sitio, pero en determinadas circunstancias, como esta que nos ocupa, es contraproducente dejar correr las aguas sin más. Por eso, Carlos Sánchez debe pedir perdón, si es que de verdad está comprometido con una entidad señera e histórica como el Real Jaén, y dar la cara como la dio para insultar a los periodistas y colaboradores de diversos medios de comunicación. Por ahí se empieza, por pedir disculpas públicas, para poder reanudar el camino y luchar juntos desde todas las instancias sociales por una entidad que es santo y seña de los jiennenses y que merece todos los respetos.

    15 nov 2009 / 10:32 H.