El día mundial del Autismo
El pasado 2 de abril se celebró, en todo el planeta, el día para la concienciación del autismo. Que exista una fecha específica indica que aún queda mucho camino por recorrer, que las personas desconocemos el significado de este trastorno y que la sociedad aún suspende en sensibilización y empatía respecto a las familias que cuentan con personas con autismo.
Es normal que tendamos a fijar el objetivo en la población afectada directamente, cuando también merece la pena abrir el campo de visión y acercarnos a las familias. De ellas destacaría dos rasgos, extensibles y comunes a todas las que tienen miembros con discapacidad: su infinita paciencia y su inmunidad ante la derrota. Respecto a la primera, es una cualidad que les ha llegado sobrevenida, la han descubierto y han comprobado que la tenían en estado latente. Familias que diariamente, con eterna paciencia, ponen a sus hijos ante el váter aunque estos ya hayan utilizado previamente el pañal. Recuerdo una familia cómo celebraba el día que, tras más de ocho años de aprendizaje, oyeron a su hijo tirar de la cisterna. Empezaba el camino de la autonomía, sentadas las bases para la esperanza. Y en cuanto a su capacidad para evitar la derrota, cuántas veces habrán escuchado de médicos y maestros los planteamientos de situaciones demoledoras, y cuántas tardes habrán sentado a sus hijos a intentar leer, escribir, entender, percibir o discernir ante un dibujo, una suma sin llevar, un pictograma, o un sonido. Y asumiendo diariamente la pérdida de oportunidades, sociales y laborales, que su realidad representa. Tomás Boyano es economista