El día del orgullo machista

A veces, el día del orgullo machista se celebra cada 8 de marzo camuflado de violeta feminista. Es un auténtico esperpento ver a hombres soltando su discurso pro igualdad como el ateo que recita los diez mandamientos, sin creérselos y sin saber lo que significan.

    15 mar 2011 / 23:00 H.

    Se usa el nombre de la mujer en vano, en el peor sentido de la palabra usar. Días de discursos, coloquios, mesas redondas y mil y un actos para constatar las abismales diferencias en cuanto a porcentaje de puestos de responsabilidad en las empresas y otro tanto en los sueldos. Porque la discriminación salarial existe, en pleno siglo XXI, y si eso, que es lo más evidente y lo más fácil de corregir, no se soluciona, de maltrato ya ni hablamos.
    No soy partidaria de que haya jefas por cupos, sino por méritos propios, pero algún mecanismo legal debe existir para que ante la misma preparación y valía no se coja por sistema al que más barba tiene. Y eso sucede todos los días. Al menos hay que reconocer, eso sí, que cada vez hay más mujeres mediocres con cargos públicos y eso sí que es un signo de equiparación. No solo iba a haber los hombres.
    En este país estamos a años luz de otros europeos en cuanto a conciliación laboral y ese es el germen del problema. Si tener un hijo frena tu carrera profesional, como ocurre en la actualidad, ya está todo dicho y hecho. Hay que corregirlo con leyes avanzadas y acordes con una sociedad que permita a la madre ser también una trabajadora con responsabilidad y mando en plaza.
    Para que exista igualdad primero hay que asimilarla como algo natural, no como un cupo o una imposición. Se trata de abrir la mente, pero para algunos individuos es pedir demasiado. Si yo fuera hombre, e inteligente, me rodearía de mujeres en mi equipo de trabajo. Por norma. Eso sí sería discriminación, consciente y convencida.
    Con todo, a menudo, la culpa es la mujer. Muchas sembramos sin percatarnos conceptos machistas en nuestros hijos “con la leche templada y en cada canción”, como diría Serrat. Con el enemigo en casa, la lucha es más complicada. Pero no imposible.

    Publicado en la sección "Si yo fuera" de Diario JAEN del domingo 13 de marzo