El debate sobre lo que se llega a pagar en el fútbol está abierto
Vuelve a la palestra el dinero que mueve el fútbol ahora que ha sido presentado el jugador mejor pagado del mundo, el portugués Cristiano Ronaldo. El Real Madrid desembolsó 94 millones de euros al Manchester United por el traspaso del jugador, una cifra escalofriante de por sí y no sólo por los tiempos de crisis que atravesamos, que también, pero especialmente porque viene a introducir la cantidad reflejada en el campo de la ética.
Además, según se ha conocido, el futbolista cobrará más de cinco millones de pesetas diarios, una cifra que resulta vergonzante para la mayoría de los ciudadanos, sean no aficionados o aficionados al fútbol, da igual cuando se trata de cuestiones de este tipo. Qué duda cabe que nada tiene precio de principio, porque la economía de libre mercado, a la que ahora nos agarramos como clavo ardiendo, es la que antepone que las cosas valen lo que se quiere pagar por ellas y, en este caso, el futbolista valdrá lo que alguien pague por él. Y debemos creer que el club que eso hace estará en disposición de recuperarlo de una forma o de otra porque de lo contrario estaríamos hablando de bancarrota, palabra nada nueva en el mundo del fútbol, por cierto.
No es éticamente asumible que se pague esa millonada por un futbolista por mucho espectáculo que aporte, de igual forma que no es comprensible socialmente que se le pague un sueldo de estas características cuando España está en crisis y hay cuatro millones de parados. Nada lo justifica y lejos de criticar a un club, en este caso el Real Madrid, por hacer lo que hace, aunque podamos hacerlo con base racional, lo que deberíamos reclamar es una normativa que establezca unas cantidades máximas para que nadie cobre cantidades de este tipo. Los gobiernos están también para este tipo de cosas; no olvidemos que la NBA, el paradigma del deporte espectáculo a nivel mundial, tiene topes salariales para sus figuras.