El cumpleaños feliz de obispo
El obispo, Ramón del Hoyo, tuvo un cumpleaños feliz. Lo celebró, ayer, en el Seminario y, por casualidades del destino, lo hizo rodeado de decenas de sacerdotes. Todos los clérigos de la Diócesis estaban convocados a la Asamblea Diocesana de Sacerdotes, que se convoca siempre el segundo lunes de septiembre y que coincidió con una fecha que será inolvidable para el pastor de la Diócesis de Jaén. Sus 75 años ya le permiten jubilarse por lo que el Vaticano ya cuenta con la renuncia de Ramón del Hoyo al Obispado de la provincia. Lo hace después de diez años de labor, ya que llegó el 2 de julio de 2005. “Vivo mi cumpleaños con mucha alegría. Estoy muy bien acompañado por los sacerdotes. Como otros años, tenemos este año a comienzo del curso pastoral y ha coincidido con mi cumpleaños y con mis bodas de oro sacerdotales. Cincuenta como pastor, que se unen a mi jubilación como obispo, que ya la he pedido. Ahora depende de cuando quiera el Papa”, afirmaba Ramón del Hoyo.

No hubo tarta. Tampoco se cantó el cumpleaños feliz, aunque sí que se rezó por el futuro del obispo que, muy pronto, se convertirá en emérito. Jaén ya está en la hoja de ruta de El Vaticano como una de las diócesis vacantes. “Es un proceso que tarda meses. Si tienen el recambio, será pronto. Espero que no se prolongue porque no conviene tampoco en la pastoral de una Diócesis. Ya existe la expectativa del sucesor, por lo que me gustaría que no fuera demasiado largo”, señala Ramón del Hoyo. Asimismo, continúa: “Mi renuncia la he presentado con la sensación del deber cumplido. Así se lo he dicho al Señor esta mañana. Empecé con mucha ilusión en Cuenca y hoy le he dicho a Dios que hasta aquí he llegado. Cuando veía que estaría 20 años como obispo, pensaba si llegaría o cómo lo haría. Pero ha llegado y lo acepto con mucha paz”.
Por otro lado, Ramón del Hoyo considera que los jiennenses son claves para el buen funcionamiento de la Diócesis: “Yo he hecho lo que he podido. Experimento la fuerza de la oración de los fieles. Hay momentos que uno no tiene ánimo, pero la oración de los fieles es muy importante para el obispo. He encontrado una gran acogida, compresión y he tratado de ser cercano con todos. La batuta la lleva el Señor, no el obispo. Me marchó muy feliz”.
No obstante, ya hace planes para su futuro: “Soy inquieto. El mayor castigo sería no poder hacer nada. Daré vueltas, según sea mi salud. Me gustaría una experiencia misionera en América y colaborar con las religiosas haciendo ejercicios. También leer porque llevo 20 años en los que necesito más lectura. Estaré más cerca de mi familia y colaboraré con la Iglesia”.
Ramón del Hoyo presidió la misa en el Seminario. Luego, habló del curso pastoral con los sacerdotes antes de compartir con ellos un almuerzo. Fue muy felicitado. Por la tarde, siguió con su agenda normal atendiendo varias audiencias. Pronto, será obispo emérito o, lo que es lo mismo, jubilado.