El críquet llega a Linares
Llegaron a finales de la década de los 70 para arrancar el plomo de las minas de Linares. Con el paso de los años, la comunidad paquistaní, con una población que ronda las 400 personas, se ha convertido en el colectivo extranjero con más peso de la ciudad. Dedicados principalmente al comercio, tras el cierre de los pozos y la caída de la construcción, los paquistaníes que residen en Linares no olvidan sus costumbres, ni tampoco el deporte rey de su país: el críquet. Cada tarde, un grupo se reúne en el nuevo recinto ferial de la Fuente del Pisar para jugar unos partidos. Lo hacen de manera precaria. No disponen de equipaciones, ni de instalaciones reglamentarias, y sus medios son más bien escasos, ya que, como el resto de la ciudad, sufre la dureza de las crisis, pero no les falta lo más importante, ilusión.

Mohamed Khamar es el capitán del equipo y el responsable de organizar los pocos encuentros amistosos que han podido disputar con otros conjuntos de España. Su mayor deseo es representar a su país en torneos internacionales, aunque también sueña con defender la camiseta de la selección española, porque Khamar, como el resto de los componentes del combinado linarense, lo que quiere es jugar. Ven en el críquet un modo de integración, una manera de compartir e intercambiar experiencias entre españoles y paquistaníes. De hecho, el equipo cuenta con un jugador nacido en Linares, Shaq Javed, hijo de paquistaníes, que a la vez hace de interprete. Son gente humilde que practican el críquet por diversión y pasión, pero también para sobrellevar la falta de oportunidades.
Cada encuentro se juega con intensidad, no dan una pelota por perdida y, como ocurre en cualquier partido de fútbol, se discuten las jugadas más dudosas. El críquet se ha hecho un hueco en la ciudad y son muchos los linarenses que se acercan a la Fuente del Pisar para disfrutar de la progresión de un equipo en el que no importa ni la condición física, ni tampoco la edad para participar en el juego.