El Condado olvidado y la marca España
Sus vecinos, en un alarde ciudadano, aún pagan impuestos, otro asunto son los servicios que reciben a cambio. Los problemas de esta comarca con el agua vienen de lejos, sus cortes son recurrentes porque su sistema está obsoleto, tiene más agujeros que las cuentas del PP. Sus alcaldes, en función de quién gobierne, alzan o no la voz. No vaya a que una frase suelta enfade al secretario general y el compromiso con los ciudadanos te pueda dejar sin curro. En esta partitocracia, el partido importa mucho más que el votante.
Se suceden regidores, se suceden elecciones, partidos y El Condado sigue con su problema. Da igual que estemos en 2013, esta crónica se ha escrito mil veces en blanco y negro y como la bella dehesa de la comarca, forma parte del lugar. Ni el PSOE ni el PP han tenido capacidad para solucionar el problema y cambiar el vetusto sistema de conducción de agua. Si las obras de emergencia, licitaciones y ruedas de prensa “ad hoc” sirvieran de algo, la dehesa estaría alicatada. No piden una autovía, un tren en condiciones, piden que cuando abran el grifo salga agua. Algo tan revolucionario como eso. Esto también es la marca España, la Andalucía imparable. Los eslóganes están bien, aunque luego suele llegar la realidad con sus tonterías y afearte la foto. Con voluntad política y dinero se soluciona el problema en menos de lo que se cierran unas primarias.
b Blanca y pura. Salió Cospedal de prestar declaración por ese invento periodístico de los papeles de Bárcenas, con su vestido blanco impoluto, los pactos fueron de otros y ella era música y se acostaba temprano por más que sea secretaria general de su partido. Con esa sonrisa, que es una mueca, fría y calculadora. Yo que la tenía por niña aplicada, resulta que no. Cuando le tocaba controlar su partido, se iba a jugar al mus y tomar unas bravas. Lola, lola. Otra que no sabe, otra que no contesta. Al alimón reconocen descontrol en las cuentas y que los tesoreros tenían licencia para trincar. Génova mola para trabajar, sin jefes, sin controles, al libre albedrío, qué feliz anarquía. Sin jefes, sí hay paraíso, fiscal.