El compromiso social de la artista Cristina Lucas

Diana Sánchez /Jaén
El compromiso social para la jiennense Cristina Lucas es el pilar que sustenta y justifica su obra. La creadora, ganadora del Premio Ojo Crítico de Artes Plásticas, en noviembre, por sus dibujos, vídeos y fotografías, continúa su trabajo y forma de vida por y para el arte en  Amsterdam, donde reside.

    24 feb 2010 / 11:17 H.

    De la inmediatez de las performances se centró en la permanencia del vídeo y la fotografía, disciplinas que ilumina para mostrar un interés en el que la historia del arte, de la política y de la sociedad son los ejes que explican sus imágenes. Desde que en 1998 finalizara la Licenciatura de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, Lucas se casó con el arte contemporáneo. Un enlace ejemplar con el que recibió, el pasado mes de noviembre, un Premio Ojo Crítico de las Artes Plásticas. Y es que la constante búsqueda del compromiso social de sus obras es la clave por la que el jurado le otorgó esta privilegiada distinción.
    Entre sus últimos proyectos sobresalen sus fotografías Alice from Córdoba que forman parte de la colección colectiva “El Patio de mi casa, Arte Contemporáneo en 16 patios de Córdoba”. Un trabajo visual en el que la jiennense impactó con su particular manera de resaltar el espacio típico andaluz y la protagonista de la maravillosa historia de Lewis Carroll. Pero es el vídeo el medio que más trabaja en los últimos meses para profundizar sobre varias cuestiones que le preocupan, como la relación entre el arte y la religión que se plantea en Más luz. “Mi intención era interrogar a la Iglesia por qué ya no funciona el arte como herramienta de lo divino”, explica la autora. Mientras en el Eje del mal narra su particular mirada de la invasión de Iraq en 2003 en Nueva York. “Recuerdo aquel momento con algo de miedo pero, sobre todo, con mucha frustración. En este trabajo la visión de aquel escenario internacional es colateral”, dice. El papel de la mujer desde que se instala la Ilustración en la Francia del siglo XVIII es otro de los temas que plasma en Rousseau y Sophie. “El feminismo es un hijo bastardo de la Ilustración”.  Género al que también le dedica su obra con la escritora Virginia Woolf  en Una habitación propia.