El colegio María Zambrano “roza el cielo”
Fran Cano/Jaén
Proyecto ilusionante. El colegio María Zambrano de la capital concluyó dos años de trabajo del programa Comenius con un trabajo que involucró a todo el centro: la construcción de la Columna Infinita, réplica en cartón de la obra arquitectónica del rumano Constantin Brancusi.

Proyecto ilusionante. El colegio María Zambrano de la capital concluyó dos años de trabajo del programa Comenius con un trabajo que involucró a todo el centro: la construcción de la Columna Infinita, réplica en cartón de la obra arquitectónica del rumano Constantin Brancusi.
Los menores vieron cumplido su sueño de tener una preciosa torre en el centro gracias al esfuerzo de padres, profesores, estudiantes y personal administrativo del colegio.“En este tiempo hemos cooperado con centros de Rumania, Turquía, Francia e Italia. Hemos estudiado artistas de cada uno de estos países. La obra de cada de uno de ellos nos ha servido de hilo conductor para abarcar todas las áreas del currículum”, explica Blanca Aguilar, profesora del “María Zambrano”. Así, los menores jiennenses se acercaron a la figura de artistas como Picasso (España), Monet (Francia), Carlo Carrà (Italia), Nuri Iyen (Turquía) y Brancusi (Rumanía).Aguilar asegura que los efectos que deja Comenius en su centro son enormemente positivos tanto para el alumnado como para los docentes. “Estar en otros países y comprobar cómo dan clase es estupendo: te enriquece personal y profesionalmente. A los profesores, por ejemplo, nos ayuda a cuestionarnos nuestra forma de dar clase”, expresa. Tras el viaje a Rumania y el estudio de la obra de Brancusi, la dirección del centro pensó en “rematar” Comenius con un proyecto que sirviese para recordar una etapa escolar tan provechosa como atractiva. La idea, sin embargo, no vino del profesorado, sino del padre de una alumna del centro. “Tuve una reunión con los docentes que coordinan Comenius. Les propuse hacer una réplica de cartón de la Columna Infinita. Al principio solté la propuesta y se quedó en el aire. No me hicieron mucho caso. Al día siguiente del encuentro me llamó una profesora para preguntarme si lo que dije iba en serio. Y me comprometí”, relata Jorge Romero, el ideólogo de la torre. Profesional de la construcción, Romero despertó la ilusión de los escolares. Bajo la dirección del “arquitecto”, los menores estuvieron al tanto de cada uno de los pasos realizados para edificar la columna de cartón. Y no fueron meros espectadores; se pusieron manos a la obra. “Presenté el proyecto en una clase. A los responsables del programa le gustó, y me dijeron: “Haz lo mismo en el resto de aulas”. Y me fui con mis planos a las demás clases. Vi a los estudiantes muy ilusionados. A los pocos días de trabajo ya me llamaban ‘el arquitecto’”, cuenta. Más información en nuestra edición impresa.