“El Chavo” vuelve a las andadas

Ha pasado casi una década desde que Jesús J. B., alias “El Chavo”, tuviera en jaque a toda la Comisaría de Linares. Hasta que fue detenido en el verano de 2006, estaba considerado como “el enemigo público número uno”. Maestro de delincuentes en su barrio, El Cerro, su hoja de antecedentes es muy larga: robos con violencia e intimidación, atentado a agente de la autoridad, daños, lesiones...

18 nov 2015 / 21:23 H.

Durante los meses previos a su arresto, protagonizó fugas de película, agredió a policías, “chuleó” a jueces e, incluso, fue el autor de una de las llamadas más extrañas -y a la vez desafiantes- que ha recibido la Policía en los últimos años. En mayo de 2006, una de sus compañeras de fechorías fue detenida. Ni corto ni perezoso, Jesús J. B. telefoneó a la Comisaría y exigió la inmediata liberación de su amiga. Si no le hacían caso, amenazó con que “iba a quemar Linares”. De hecho, dos días después, prendió fuego a una moto.

El “Chavo” se creía invulnerable en su barrio. Había vecinos que lo escondían en sus casas cada vez que llegaba la Policía. Seguía campando a sus anchas, haciendo del delito su modo de vida. Así hasta que fue arrestado el 14 de julio de 2006, en una operación en la que participaron decenas de agentes. Desde entonces y hasta el verano de 2014, estuvo en prisión, cumpliendo condenas. Más de ocho años entre rejas en los que, lejos de rehabilitarse, volvió con el mismo peligro.

De hecho, nada más salir de la cárcel, regresó a las andadas. Desde julio a noviembre, cometió cinco robos, algunos de ellos a punta de navaja. A una de las víctimas, incluso, le propinó un puñetazo en la cara porque no tenía ningún objeto de valor que darle. Esta vez, la Policía tardó menos en “cazar” a “El Chavo”. Lo cogieron el 20 de noviembre de 2014, hace ahora un año, y un juez lo envió de vuelta a la cárcel. Otra vez.

Ayer, Jesús J. B. fue juzgado por estos hechos en medio de un amplio dispositivo de seguridad. En la Comisaría todavía no han olvidado quién es “El Chavo”. Ante el juez, admitió su culpa. Ya no es un adolescente altanero y desafiante. Se le aplicó una atenuante muy cualificada de drogadicción y se le impuso una condena de seis años y medio de cárcel. Su abogado anunció que pedirá la suspensión, algo a lo que la Fiscalía se negó “por los numerosos antecedentes penales que tiene”. Tras un “descanso” forzado, el “Chavo” está de vuelta a prisión.